Hay dos momentos para todo trabajador por cuenta ajena que afectan en especial a su marca personal: cuando llegan a una empresa y cuando se van de ella. Aunque lo mismo se puede aplicar a los autónomos y a los freelance.
Ya sabes que solo en siete segundos tendrán una impresión sobre ti que luego te costará cambiar. Y también eres consciente de que la vida da muchas vueltas y de que, por mucho que te apetezca “sacudir tus sandalias” cuando sales por última vez de algunos sitios, es conveniente no hacerlo.
Desconozco cuál será tu experiencia la primera vez que accedes a la que será tu nueva colocación laboral. Luego, si te apetece compartirla, estaría genial que la plasmaras en los comentarios del artículo. Por mi parte, solía entrar con fuerza y con muchas expectativas, que luego se cumplían o no.
Son pocas las organizaciones que tienen un plan de bienvenida creado y menos aún las que establecen un protocolo de actuación en estas situaciones. Lo habitual es que te reciba el jefe, normalmente la persona que te ha hecho las entrevistas previas, y te presente al equipo. Si tienes suerte, te dará una vuelta por la oficina enseñándote cada uno de los rincones. En el caso de las grandes corporaciones y dependiendo de quién y cómo sea tu guía, incluso te presenta a otros compañeros, en general, los jefes del resto de equipos. Pero es tan raro, por desgracia, que ocurra todo esto que ni lo tendremos en cuenta.
Como estamos en un país de pymes, el proceso suele ser el siguiente: te abre la puerta cualquier compañero, te presentas a él y este te lleva a tu puesto, si es que sabe cuál es, claro. En caso contrario, te invita a esperar en una sala… cuando la tienen. El que va a ser tu jefe puede estar o no. Te encuentras un poco como un pez fuera del agua, a menos que ya conozcas a alguien en la empresa. Pero, para este artículo, supongamos que no. ¿Qué puedes hacer para causar la mejor de las impresiones?
En general, lo que vale para un networking, cuando te acercas a un desconocido, vale para tu primer día de trabajo. De hecho, lo que viene a continuación y otras ideas sobre cómo relacionarte con el resto de empleados es lo que se llama networking interno.
Empieza con buen pie. Como no sabes a quién te vas a encontrar delante cuando suena el timbre, ten preparada la mejor de tus sonrisas y si no conoces a la persona que te abre, preséntate con tu nombre y apellido, y explica qué haces allí. Observa cómo se comporta tu interlocutor. Puede darte pie a un saludo, o bien dando la mano o bien con dos besos, que sea él o ella quien decida.
Una interesante recomendación es que ensayes una frase corta de autopresentación “que no sólo indique tu rol en la empresa sino que muestre tu disposición a aportar. Es importante también, que tus nuevos compañeros no te vean como una amenaza”.
Es posible que compartas el espacio en el que esperas con otros trabajadores. Da los buenos días (o lo que corresponda) de forma que te escuchen pero que no se queden sordos. Y, de nuevo, sonríe. Lo lógico es que algunos te contesten, momento que puedes aprovechar para presentarte y, tal vez, intercambiar alguna impresión.
La relación con tu jefe también empieza a construirse desde el primer momento, en el caso de que no te conozca de las entrevistas anteriores. Muéstrate como el / la profesional que eres, siempre con educación y cortesía. Está bien que seas humilde pero, al tiempo, muy consciente de tu valía, que por algo te han contratado. La idea es que te tienes que adaptar a los procesos de la empresa, es ahí donde necesitarás ayuda que te pueden brindar tus superiores y tus compañeros. Y no solo pidas ayuda, también ofrécela intentando no pasarte de listo.
La máquina del café y la cocina de la empresa suelen ser lugares estupendos para acercarte y darte a conocer. Aprovecha, en el caso de que esté presente alguien de los que hayas saludado al llegar, para dirigirte a él o ella. Eso sí, evita convertirte en una lapa.
En el caso de que el jefe no lo haga, date una vuelta por la empresa en cuanto te sea posible, y mantén los ojos y los oídos bien abiertos.
Otro de los momentos que te comentaba que afectan a tu marca personal es cuando te vas, sea porque te hayan echado o porque tú lo has decidido. Cuando hay buen ambiente y la separación es amigable, resulta fácil de gestionar, aunque pueda resultarte doloroso.
Sin embargo, si es despido se ha hecho de malas maneras o has acabado hasta el infinito y más allá de la organización, de sus directivos y de tus excompañeros, la cosa se complica y los sentimientos negativos pueden jugarte una mala pasada.
Lo primero que debes dejarte grabado en la cabeza es lo que comentábamos al principio del artículo: la vida da muchas vueltas, para bien y para mal. Tus nuevos jefes pueden pedir referencias a los anteriores; te puedes encontrar a la persona que odiabas en otro lugar comprometido, léase una nueva incorporación en tu equipo o como tu superior, como interlocutor de un cliente de la empresa, etc.; e incluso tus excompañeros pueden compartir tu salida de tono en las redes sociales. La Ley de Murphy existe.
Por lo tanto, piensa antes de hablar. Por mucho que estés tentado de soltar todas las frustraciones que has ido acumulando a lo largo del tiempo, evita caer en ello. Compórtate como el caballero o la dama que eres, siempre en tu sitio. Despídete con educación y con una sonrisa (intenta que no sea falsa: se nota). Deja siempre la puerta abierta en tu exempresa y compórtate como un / una profesional (sí, te lo vuelvo a recalcar aquí).
En el caso de que te pidan, por ejemplo, ayuda para la persona que va a ocupar tu puesto o bien que necesiten de ti para saber dónde está determinado documento, cómo es el proceso que dominabas, etc., acepta estar disponible… siempre con un orden, da igual si saliste a buenas o a malas con la empresa. Un par de indicaciones están bien pero que te tengan colgado del teléfono todo el día, es abusar, algo que debes impedir que ocurra. Recuerda que siempre con educación y cortesía.
La marca personal afecta a todo lo que haces y dices en la vida. Debes ser consciente de ello, en especial, cuando hablamos de trabajo. Aunque hay otros momentos que son importantes, estos dos son básicos para empezar y terminar con buen pie tus relaciones laborales.
Es tu turno, ¿añadirías algún otro consejo? ¿Cuál es tu experiencia? Gracias, como siempre, por comentar y por compartir la entrada de Bloggy Mary, si te ha gustado o te ha sido útil.
María Rubio
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