El sábado, durante una comida con amigos, me preguntaron qué opinaba sobre lo ocurrido en el famoso besamanos con motivo de la celebración del Día de la Hispanidad. Unos me decían que cómo había podido pasar algo así y otros que, tal vez, lo estábamos exagerando. También Fátima Martínez me animó a que diera mi opinión sobre el asunto a través de un mensaje directo en Twitter.

He de confesarte que el 12 de octubre estuve todo el día fuera de cobertura y no vi nada. Me enteré del incidente el mismo sábado (como para no enterarse).

La primera impresión fue «qué demonios ha desencadenado la equivocación». Luego empecé a indagar y a ver las imágenes. Leí las opiniones de unos, las de otros y llegué a mis propias conclusiones. Sin embargo, he preferido dejar pasar un par de días para madurarlas por completo y evitar una reacción demasiado pasional.

Desde luego, la imagen es muy potente. Por si eres de los que, como yo, has desconectado durante el puente, aquí la tienes:

Como puedes ver, según reciben la bienvenida de los reyes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su mujer, Begoña Gómez, se sitúan inmediatamente al lado de éstos en la misma línea de saludo.

La equivocación dura unos segundos ya que, después, por orden protocolario, le correspondía el turno a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, que, tras dar la mano a los cuatro, se volvió para apercibir del error a Sánchez, al tiempo que el personal de Protocolo de Casa Real, se acercaba para reubicar al presidente, que se retiró con rapidez. Por supuesto, la cara de éste reflejó lo delicado del momento.

Ante la primera pregunta que me hicieron mis amigos, sobre cómo había podido pasar, estoy convencida de que fue un error de interpretación, un problema de comunicación puro y duro entre Casa Real y Presidencia. Ésta responsabiliza a aquélla y aquélla se autoinculpa de lo ocurrido.

Según el comunicado, por temas de imagen, se rogó al presidente y a su mujer que, tras el saludo a los reyes, permanecieran en el salón hasta que fueran pasando los invitados, pero no se les especificó el lugar adecuado que deberían ocupar, lo que terminó ocasionando el problema.

Sin embargo, Pedro Sánchez no es nuevo en estas lides. Bien es cierto que, en su actual cargo, es la primera vez que asiste pero también que, como jefe de la oposición, ya ha sido invitado a varios besamanos (por cierto, qué palabra más mal utilizada: suena fatal).

Así que, de una parte, tenemos a unos responsables de Protocolo que se despistan dando por supuestas determinadas actuaciones y, de otra, a un presidente que se coloca en el peor sitio posible.

Y esto me lleva a responder a la segunda pregunta de mis amigos, si no se estaba exagerando la anécdota. En parte, estoy de acuerdo con ellos. El nivel de sátira al que podemos llegar los españoles me sigue impresionando a día de hoy.

 

Pero también son ciertas otras dos claves. La primera es que siempre, con razón o sin ella (no entro a valorarlo), se ha culpado a Pedro Sánchez de un exceso de ambición por el que busca protagonizar todos los momentos que le resultan de provecho. La segunda me lleva a recalcar una idea que he escrito más arriba: la fuerza de la imagen.

Quienes denostan el poder del Protocolo y de la Comunicación tienen, en lo ocurrido, el mejor ejemplo de su importancia en el desarrollo de un evento, una recepción o cualquier acto público, corporativo o privado. Los detalles son los que marcan la diferencia y un mínimo error de interpretación da al traste con gran parte del esfuerzo que cuesta organizarlo.

El besamanos del Día de la Hispanidad 2018 se recordará no por su magnificencia, sino por un simple desatino que se ha agrandado hasta el máximo cuando, como señala Carlos Fuente, hay más errores y de mayor importancia que el señalado.

Quizá deberían pensar los servicios de Protocolo de Presidencia que sería interesante formar a nuestros mandatarios, al menos a los principales, con unas mínimas pautas sobre esta disciplina de comunicación tan necesaria para que se puedan mover en cualquier situación con seguridad y sin errores.

Además, los que nos dedicamos a ello, deberíamos hacer una reflexión sobre la cantidad de acciones que damos por supuestas. Estoy convencida, incluso a fuerza de ser pesada, de que es mejor pecar por exceso de información que por defecto en estas circunstancias.

Ah, por cierto, Pedro Sánchez no se saltó el Protocolo porque eso es imposible; lo desconoce, no lo respeta, pero, desde luego, no se lo salta.

Y a ti, qué te parece lo ocurrido, ¿se ha exagerado? ¿De quién es la responsabilidad? ¿Cómo evitar que vuelva a pasar? Espero tus respuestas.

Gracias por comentar y por compartir la entrada de Bloggy Mary

María Rubio