La desconfianza hacia los medios de comunicación, no tanto hacia los periodistas, es evidente, aunque las noticias falsas les han dado un respiro. Dadas las circunstancias, he pensado que, a lo mejor, explicando cómo es el funcionamiento diario que tienen, se despejan algunas dudas y contribuimos entre todos a una mayor transparencia.
Sin embargo, una vez que ha entrado más en detalle para escribir el artículo de Bloggy Mary, se me plantearon otras preguntas: ¿existen diferencias en la organización de los diarios impresos y los digitales nativos? ¿Ha evolucionado la estructura de los medios desde que trabajaba en ellos hasta ahora?
Como lo mejor es empezar por el principio, creo que definir el organigrama de la redacción, al menos el que había, puede ser interesante para ver las diferencias.
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Editor: suele ser el propietario y en pocas ocasiones se mezcla en los temas cotidianos. Cada vez que pienso en esta figura, me viene a la cabeza Katherine Graham, editora del The Washington Post, durante el Watergate.
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Director: es el jefe, el responsable de lo que se publica y el que vela por que se cumpla la línea editorial.
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Director adjunto y adjunto a director: mismo perro con distinto collar. Depende del medio, tendrá una función u otra. Digamos que está un poco en el limbo. Pueden ser varios profesionales.
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Subdirector: se dedica a controlar determinadas áreas del periódico. También puede haber más de uno y de dos.
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Redactor jefe: es uno de los puestos más conocidos. Se dedica a coordinar, supervisar y corregir.
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Jefe de sección: trabaja codo con codo con el redactor jefe y hay uno por cada área del medio: nacional, internacional, política, etc. Es el máximo responsable de lo que se publica en su sección.
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Redactor: la base de la pirámide. Busca, cubre, contrasta y escribe las noticias que lees. Puede haber de dos tipos principales: de mesa (no salen) o de calle (su nombre lo indica).
Una vez definidos los cargos es importante distinguir entre medios pequeños, si hablamos de redacciones tradicionales, y grandes cabeceras. Los primeros suelen tener estructuras mucho más suaves y menos jerarquizadas que los segundos.
Por ejemplo, si nos vamos a El País, y sin entrar en número de redactores, tiene una directora (la primera en un gran medio impreso español), cuatro directores adjuntos, uno de ellos de Cataluña, y un director más de El País América. También un Jefe de opinión; tres subdirectores de vídeo y fotografía, edición fin de semana y economía; quince redactores jefes de última hora, España, economía, cultura y Babelia, cierre, internacional, deportes, fotografía, Madrid, infografía, El País Semanal, investigación, negocios, confección y tecnología; y cinco responsables de redes sociales, diseño, desarrollo, audiencias y Verne.
En cambio, si miramos la composición redaccional de La Vanguardia, tenemos, además de al director, a cuatro directores adjuntos, uno de ellos delegado en Madrid, tres subdirectores, un adjunto a dirección y doce redactores jefe de política, internacional, tendencias, cultura, cultura/s, deportes, economía, redacción Madrid, Casa Real y gente, Vivir, diseño y Magazine. Como ves, algo más manejable.
Y si observamos cuáles son los puestos en el Diario de Jaén, tenemos al presidente, a la dirección y a dos redactores jefe. Nada que ver, ¿verdad?
Ahora viene saber cuál es la disposición de los diarios digitales. Aquí quiero hacer un inciso porque hay que destacar que todas los medios tradicionales tienen su edición también en Internet. Son las integraciones, de las que hablaremos en otro momento, porque tienen mucha enjundia.
Qué nos encontramos en los principales periódicos nativos en línea.
El organigrama recuerda más a los diarios pequeños. Está, por lo general, la figura del director general, del adjunto y del redactor jefe. Los tres cargos suelen estar ocupados solo por una persona. Luego estarían los jefes de sección, bastante menos que en los impresos porque no tienen tantos medios y han de enfocarse a unas pocas áreas, alimentando las otras con noticias de agencia, sobre todo. Y, por supuesto, los redactores, que son muchos menos y pueden estar divididos por secciones o no, de forma que todos terminen haciendo de todo. Y también suele estar el gestor de comunidades, cuando no son los propios periodistas, claro.
Veamos dos ejemplos el de El Confidencial y el de eldiario.es:
Y, en cuanto al funcionamiento habitual, ¿hay diferencias entre impresos y digitales? Imagino que supondrás, visto lo anterior, que hay algunas.
Las tradiciones se mantienen en los primeros. Tras que los jefes de sección y redactores jefes hayan hablado con los periodistas “de base” sobre posibles temas que les llegan de comunicados, notas de prensa, fuentes y agendas del día, entre otras vías, y que estos ya estén escribiendo lo previsto el día anterior, eligen los más interesantes que llevan a consejo de redacción, donde están los directores, directores adjuntos, adjuntos a dirección y subdirectores. Lo normal es que los presenten los redactores jefes.
Allí se discuten, se priorizan y se reparten las noticias que van a conformar el diario del día siguiente. Estos contenidos no son inamovibles, en principio. Solo la reunión vespertina, la que se realiza sobre las siete de la tarde y que decide la portada del periódico, es la definitiva salvo, literalmente, catástrofe. Hay otra entre medias, para redactar la parte de opinión con lo más destacado y repasar las prioridades.
Lo habitual es que el redactor de calle se dedique a cubrir por la mañana las informaciones que tenga asignadas y a redactarlas por la tarde.
Los cierres suelen ser un subidón de estrés porque, por muy bien que te hayas programado, es habitual que la jornada no salga como piensas y llegues justito justito a la hora en que es necesario mandar lo redactado a tu jefe de sección y a tu redactor jefe para que hagan las correcciones que sean necesarias y den el visto bueno para pasar a imprimir. Y como sueles elaborar varias noticias al día, sobre todo, por las redacciones cada vez más menguantes, te harás una idea de la velocidad de escritura.
Respecto al mundo digital, se mantiene la reunión de por la mañana pero hay dos claves importantes que te darán la pista de las diferencias: no hay redactores de calle porque, por lo exiguo de la plantilla (de diez a veinte periodistas como máximo), rara vez pueden salir del periódico, a menos que sean los más grandes; y, como deben actualizarse de forma casi permanente, no existe reunión vespertina que valga, ni cierre, que es en todo momento. La agilidad y la rapidez cobran aún más protagonismo.
También aquí hay que destacar las figuras de los colaboradores y los blogueros para aportar contenidos. Por supuesto, los primeros han existido siempre (yo misma lo fui) pero ahora cobran un mayor protagonismo, sobre todo cuando las firmas son de prestigio. O no necesariamente, solo hay que ver el caso del Huffington Post que se nutre de personas anónimas cuyo sueldo consiste en publicar en el medio.
Y aquí lo dejo, aunque, como te decía, queda pendiente de que hablemos de los medios integrados, que son todos los tradicionales respecto a sus ¿versiones? (¿las podríamos llamar así hoy por hoy?) digitales.
Como siempre, agradezco tus comentarios y que compartas el artículo
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