Los debates tienen muchas vertientes de interés. En lo que a Bloggy Mary respecta, llevamos dos semanas explicando cómo son desde el punto de vista del Periodismo y de la Comunicación. Queda aún una tercera parte que corresponde al Protocolo. ¿Me acompañas?
Si me sigues con cierta asiduidad, sabrás que siempre he defendido que el Protocolo ayuda a que las relaciones entre las personas fluyan con mayor facilidad, lo que es muy apropiado a la hora de organizar un debate. La elección del lugar, cómo está decorado, la posición de los participantes, la que corresponde al moderador y al resto de figuras que van a estar presentes, el orden de intervención, los tiempos de cada una, el formato, unas normas de cortesía entre participantes, etc., son solo algunos de los aspectos a tener en cuenta y a negociar entre todas las partes.
La escasa tradición que existe de debates en España y el miedo real que los departamentos de Comunicación y que los protagonistas, sobre todo en política, tienen a este formato hacen que se convierta en un espacio rígido porque los acuerdos a los que llegan evitan que haya una mínima salida del guión. Es tal el control que se ejerce, que pierden todo el interés ante la audiencia. Para muestra, no te pierdas el estupendo análisis que te incluyo a continuación sobre el debate entre Zapatero y Rajoy de 2008: no tiene desperdicio.
En el caso concreto de los debates, de la negociación no se ocupa Protocolo sino Comunicación, aunque el primero puede intervenir o, al menos, asesorar en lo que es la organización del acto en sí. Lo ideal es que ambos departamentos tengan presencia en el comité que prepara el acto.
La situación ideal y cómo se desarrolla es la siguiente. Lo voy a ejemplificar en un debate político ya que este es un año bastante electoral y porque, además, es donde mejor se ven los aciertos y carencias.
Un medio de Comunicación invita a los partidos que considere a realizar un debate para confrontar las diferentes opciones que ofrecen. El objetivo es (debería ser) que el ciudadano se haga una idea de las propuestas de cada una de las partes, pero también de la capacidad de reacción del candidato, de la fortaleza de aquellas y de cómo se maneja ante situaciones difíciles, con un alto nivel de estrés (preguntas de los periodistas, de los ciudadanos, ataques de su contrincante, etc.). Recuerda que estamos hablando de un mundo ideal.
Con dicho objetivo en mente, los partidos que acepten el debate crearán una comisión que actuará como portavoz en la que organice el medio, de forma que todas las partes tengan representación a la hora de preparar el evento.
Qué partes son imprescindibles en la negociación. Todas las que tengan que ver con los modos y formas. Me refiero al tiempo de intervención de cada candidato; al orden de apertura inicial y de conclusiones finales (suele ser por sorteo); de si habrá una exposición inicial de las posturas de las partes y la duración de esta; de quién recibirá a los participantes, dónde y cómo; de si se hará de pie, tras una tarima o sin obstáculo alguno, o bien sentados; de si habrá derecho a réplica; de su colocación dentro del espacio, etc.
Y ahora, qué partes NO son negociables, o no deberían serlo, y dependen del medio que organiza el debate. Se trata de atribuciones que solo debería tener este, desde mi punto de vista. Los participantes quedarán informados pero son puntos cuya decisión solo compete al medio. Es aquí donde, en realidad, nos jugamos que el debate interese o solo sea un mero trámite, como en el ejemplo que te ponía arriba.
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NO es negociable el lugar. Si el organizador es un determinado medio, se celebrará donde este elija y no donde digan los candidatos.
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NO es negociable el formato. Con ello me refiero a si habrá un grupo de periodistas que pregunten y quiénes serán, a si habrá también preguntas del público e incluso a través de las redes sociales (el moderador las trasladaría), a cuántos candidatos intervendrán, a la duración total del programa,…
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NO son negociables las preguntas que el moderador o los periodistas que conformen la mesa harán a los candidatos ni los temas a tratar. Se informará de estos últimos, si llega el caso, pero nunca de las preguntas, que, además, podrían (y deberían) variar según se va desarrollando el debate.
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NO son negociables los planos que sacará el realizador, ni el formato de transmisión.
En definitiva, NO son negociables la mayoría de los puntos que justo los departamentos de Comunicación de los diferentes candidatos quieren controlar al dedillo porque son los más arriesgados para la imagen que quieren dar.
Sin embargo y también hablo desde el punto de vista de asesora en este tema, además de como periodista y ciudadana, es difícil conseguir que el espectador, en este caso el votante, confíe en un candidato si nosotros mismos, su propio departamento, no lo hacemos, dejando libertad a este para saber expresarse y explicar su programa electoral.
Con pautar absolutamente todo lo que ocurre en plató (si nos referimos a los debates televisados), estamos dando un mensaje claro: el político en cuestión no es tal, sino un simple títere, una imagen guiada por los comunicadores, en el peor de los casos; o, en el mejor, una persona con tal falta de confianza en sí mismo que es incapaz de enfrentarse y confrontar sus ideas con terceros si no hay un guión detrás.
¿Es duro lo que estoy diciendo? Por supuesto, pero creo que tan real como la vida misma. De hecho, es la sensación que a mí me transmiten cada vez que intento ver un debate político en España, y digo intento porque termina aburriéndome semejante despliegue de gestos impostados y de respuestas perfectamente ensayadas e incluso leídas, lo que ya me parece el colmo.
Aquí deberíamos entrar en la enseñanza de la retórica dentro del sistema educativo y de otras asignaturas básicas en la formación de nuestros representantes políticos, algo que está fuera del objetivo de este artículo. Pero lo dejo ahí como reflexión.
Protocolo negocia los tiempos, las órdenes de intervención, la forma de recibir y el formato físico (luces, sentados, de pie, con tarima o sin ella, etc.); Comunicación orienta y ensaya con los candidatos, teniendo en cuenta la comunicación verbal y la no verbal, además de las posibles preguntas y temas que con seguridad saldrán; y Periodismo se enfoca en el objetivo de informar, de sacar el máximo de los participantes, y de moderar, consiguiendo que se cumpla lo acordado en la parte de Protocolo.
Los tres son patas necesarias para que el debate consiga su meta; que el ciudadano sea capaz, una vez finalizado, de sacar sus propias conclusiones dentro de un clima de libertad y democracia.
¿Crees que los debates, según están planteados en la actualidad, consiguen este objetivo? ¿Por qué consideras que es así? Y, por último, ¿cómo piensas que podría lograrse?
Te dejo otros dos vínculos a documentos que te podrían interesar:
Gracias, como siempre, por comentar y por compartir.
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