Imagino que si eres lector de este blog o a poco que bucees en él, sabrás de mi auténtica pasión por la radio, ese medio mágico que llega prácticamente a cualquier lugar donde estés y a través de los más diversos aparatitos: móviles, tabletas, radios, televisiones, Internet,…

Tú, como oyente, conoces de su embrujo pero ahora te voy a hablar desde el otro lado, del lado del periodista radiofónico porque aún me considero así, a pesar de que ya hace tiempo que no ejerzo como tal. ¿Te puedes creer que, cuando dejé o me dejó la Radio (tanto da), tuve verdadero síndrome de abstinencia durante casi dos años? Es más, me da que todavía lo tengo. Pero volvamos a lo que te quería contar. Se trata de un pequeño recuerdo, un esbozo, una pequeña historia en la que espero que me acompañes.

Homenaje a la Radio

Un grupo de compañeros de curso, todos profesionales del medio (algunos siguen en activo), nos reunimos, casi en nuestros inicios, para realizar un programa magazine. Queríamos que fuera un contenedor de aquellas secciones que más nos gustaban, donde la música tuviera un papel fundamental y donde, por supuesto, contáramos con la colaboración de los posibles oyentes.

Con mucho humor y aún más desparpajo, conseguimos planificar lo que sigo creyendo que era una pequeña joyita, con todas sus virtudes y sus defectos: “La luna hiena”. Tenía su tertulia, un breve teatrillo (los Entremeses de Cervantes, recuerdo), un espacio de sexo, otro de bromas, noticias que considerábamos importantes, otras mucho más de humor, una sección desternillante basada en los anuncios por palabras que aparecían en los periódicos,… dos horas de programa a cual más variadas y con buenas canciones de rock para separar los diferentes bloques. Era un derroche de creatividad, si no en las secciones, sí en el desarrollo y el tratamiento de las mismas.

Muchos sueños vertidos ahí, pensando que conseguiríamos que alguna emisora se sintiera atraída por nuestro proyecto. Lo presentábamos a unas, a otras, pero estábamos empezando, el formato no era novedoso y nadie apostó por él. Bueno, sí, al final, sí. Radio Vallekas fue la que confió en nosotros y nos metió en la parrilla de programación… los domingos de 23:30 a 01:30, tras un espacio de música “satánica”, presentado por unos chavales que eran un encanto.

Y allí empezamos. Los primeros programas los dirigió Juan, un verdadero creador de sueños que sigue acunando las ondas. Luego lo encabecé yo. La última etapa fue de Jesús.

micrófono en estudio

Lo recuerdo con un enorme cariño. Como una experiencia inolvidable. Grabábamos las secciones en los estudios que teníamos en el curso de “estrangis” porque no teníamos permiso para hacerlo, quedábamos con una hora de anticipación para tomarnos algo antes de entrar, teníamos nuestro técnico de sonido que, a veces, era un amigo de Juan y otras un primo mío, Víctor, que llegó a ser director del departamento de emisiones en un par de las mejores radios de España.

Siempre empezábamos con la tertulia, donde se admitían llamadas que, a pesar de las horas, terminaron llegando, aunque al principio eran favores de nuestros amigos. Luego hacíamos el teatrillo. Siempre alternando una sección más seria con otra más divertida y con un final apoteósico por el desparrame de humor que lo acompañaba.

Salíamos de allí con las pilas puestas, directos a buscar un bar donde celebrar un programa más y donde continuar aquel sueño. Sueño que luego nos acompañaba durante todo el lunes, como era lógico. Y que duró poco, pienso que no llegó al año, pero que nos dejó o eso quiero creer, un gran sabor de boca, un aprendizaje intensivo de lo que es la radio y muchos momentos divertidos e incluso surrealistas.

Estos recuerdos me los ha traído un reportaje, “El sonido de la vida”, que se emitió, el sábado 23 de agosto, en Informe Semanal, y que he visto con posterioridad, sobre la Radio, así, con mayúsculas: su presente y su futuro.

Ya tiene a sus espaldas casi un siglo de historia, que se dice pronto. Por si desconoces el dato, en España, un 14 de noviembre de 1924, Radio Barcelona EAJ-1 inauguró oficialmente sus emisiones, aunque la primera voz a través de las ondas se oyó un año antes en Madrid y fue la de los hermanos De la Riva, en Radio Ibérica.

Sin embargo, a pesar de lo que hasta ahora he escrito y de que ya no estoy como periodista en ella (siempre estaré con ella), me gusta mirar al futuro y considero que, con sus luces y sus sombras, el de la radio es muy bueno. Las razones las comentaban muchos de los profesionales que hablaron en el mencionado reportaje: fusión con las nuevas tecnologías, la cercanía de siempre a los oyentes pero mejorada e inmediata con las redes sociales e Internet, actualidad en estado puro, que se puede escuchar en cualquier sitio y siempre acompaña, variedad.

Pero también ha de enfrentarse a varios retos. Uno de los más importantes, como señalaban varios periodistas en el reportaje, es la falta de renovación en los contenidos. Fíjate que ya nosotros, con “La luna hiena” y con nuestra creatividad en ebullición, creamos un programa magazine que, respecto a las secciones, en poco se diferenciaba de uno actual, y de esto hará unos veinte años más o menos.

De todas formas, o mucho me equivoco, o la diferenciación que hay ahora entre medios, se va a acabar. Los periódicos y revistas tienen reportajes en vídeo; la radio ahora se ve y se lee, no solo se escucha; la televisión también se lee y dispone de fotos e infografías.

La raya que separa un medio, entendido como soporte y no como empresa, de otro es cada vez más difusa gracias a las nuevas tecnologías, a la era de Internet. Comentaba en otra entrada de Bloggy Mary la forma en que yo veía el periodismo del futuro, de 2024, para ser exactos. Con las redes sociales en la ecuación, la imagen que se dibuja es la de Medio de Comunicación, así, en singular, y no, como hasta ahora, en plural. De la forma de hacerlo, dependerá nuestro futuro como profesionales.

Es tu turno. Me gustaría conocer tu opinión sobre el futuro de la Radio en particular y de los medios (o medio) en general. ¿Cómo lo ves?

Gracias por comentar y por compartir.

María Rubio