Mucho hablamos de televisión social, de segunda pantalla, de las conversaciones que se generan en el viejo medio y continúan en los nuevos, etc, etc, etc. Sin embargo, en qué consisten esas intervenciones, ¿de verdad “conversamos”?
Los estudios desde diferentes ámbitos reflejan un hecho innegable: al tiempo que vemos la pequeña pantalla, estamos interaccionando con otras aún más chiquitas, sean las de nuestras tabletas o las de los móviles. Y también es algo comprobado que la tendencia está en crecimiento constante. Basta con que hagas una simple búsqueda en Google escribiendo “televisión social” o “segunda pantalla” para que te asalten millones de resultados, sobre todo con la primera opción (más de sesenta y seis millones).
En otras entradas de Bloggy Mary, he comentado cómo está cambiando la televisión gracias a las redes sociales e incluso cómo será dentro de cuatro años, pero hoy por hoy me pregunto otra cosa y es si lo que se comparte en Twitter, como red social más apropiada, es lo que pensamos o son contenidos que rompen con la tesis de la conversación.
El gran Enrique Dans prologa un muy recomendable e interesante estudio sobre “Las nuevas tecnologías audiovisuales frente a los procesos tradicionales de Comunicación”. Para lo que quiero contarte en esta entrada, me interesa en especial, dentro del apartado sobre “La televisión social”, la aportación que hace Vanessa Rodríguez, de la Universidad de La Laguna (Tenerife). Es esta:
Se trata de un estudio que analizó una muestra representativa de los mensajes de Twitter durante la emisión de programas de opinión (debate, entrevista y magazines) en las televisiones españolas, tanto públicas como privadas. Se supone que ellos son, a su vez, los que generen más opiniones y conversaciones en el microblogging… se supone.
Vanessa parte de la hipótesis de que los usuarios “producen contenidos noticiosos y también reproducen los que transmiten otros medios y otras personas que no necesariamente sean periodistas”, es decir, mayor contraste de fuentes y, por lo tanto, de pluralidad. También parte de que las personas comparten muchas más veces sus opiniones, lo que permite implicar más a la audiencia en los programas para beneficio de las marcas a través de la publicidad. Por último, parte de que las redes suponen una gran herramienta ciudadana para fiscalizar a políticos e instituciones, en definitiva, ayudan al avance de la democracia y a incrementar la participación.
La sorpresa vino cuando prácticamente todas las tesis se vinieron abajo. Estas son las conclusiones:
-
“Salvo un número nada despreciable de retuits, la interacción entre los usuarios resultó ser muy poco frecuente”.
-
“Los miembros de la audiencia que enviaban mensajes a Twitter, tampoco surgió un diálogo en el que se cuestionara el proceder de los poderes establecidos, ofreciendo alternativas, u organizando acciones de reivindicación, protesta o cualquier otra iniciativa política”.
-
“En la totalidad de mensajes que eran respuesta a otros tuits, existió una mayor proporción de opiniones que contenían insultos, descalificaciones u otro tipo de violencia verbal (30,8%), que en los mensajes que no eran una respuesta (15,8%)”.
-
“Casi en un 70% de los mensajes en los que existió esa interacción directa entre los usuarios, el fin no era discutir los problemas públicos y mucho menos participar en la búsqueda de una solución para ellos, sino que se trataba de dar visibilidad a un parecer propio y personal, sin una argumentación, sin aspiraciones de generar debate y en ocasiones sin un respeto mínimo por el objeto de la crítica”.
-
“Los retuits, por su parte, tuvieron una frecuencia más elevada que las respuestas y menciones a otros usuarios”. Ello supone un cierto grado de interacción mínima.
-
“El usuario se configura todavía como un consumidor y reproductor de contenidos informativos, más que como un productor de estos”.
-
Los usuarios más activos también fueron los que aportaron información diferente a la formulada en los programas y argumentaron las opiniones vertidas.
En definitiva, apenas nada de conversación, poca interacción y la que hay, en muchos casos, se limita a retuits o, lo que es peor, a las descalificaciones y los insultos.
Aunque no tiene que ver con un programa de televisión concreto y sin pretender hacer un estudio pormenorizado pero intentando confirmar o desmentir estas conclusiones, ayer lunes 6 de octubre por la noche y esta mañana, he estado fijándome en dos hashtags: #AnaMatoDimision y #EbolaMadrid. Además del detalle de que han sido Trending Topic mundial (tercera posición) y nacional (primera) en el caso del de la ministra de Sanidad, exceptuando pocos, muy pocos tuits, por aplastante mayoría ganan los insultos, las descalificaciones, la grosería, los chistes nada afortunados y sin gracia, la falta absoluta de argumentación y la búsqueda de la alarma social.
Los argumentos brillan por su ausencia y nos ponemos en lo peor, en que somos unos “chapuceros” sin recordar o querer recordar, por ejemplo, que en un país a priori tan controlador en estos aspectos como Estados Unidos, se les escapó un caso de ébola y mandaron a casa al enfermo tan ricamente: las chapuzas no son solo made in Spain.
Menos mal que también hay perfiles, como el de Luis Serrano, que ponen las cosas en su sitio e informan según creo que debe hacerse: sin alarmismos, con datos contrastados y veraces, aportando contenidos que enriquezcan el mensaje y dando argumentos, no solo quejas. Claro que Luis es periodista de los de verdad, de la vieja escuela, y eso se nota. Es en estos casos cuando se ve el alcance real del periodismo ciudadano como fuente de información que debe ser muy bien contrastada.
Sin embargo, volvamos los contenidos de esa supuesta conversación que se produce ante los programas televisivos. Parece, desde luego, que no es tal. ¿Estamos confundiendo significados? Según la Real Academia Española, conversar es “dicho de una o de varias personas: Hablar con otra u otras”. Puede que las marcas estén pensando en aquello de que hablen de mí, igual da que sea mal o bien pero no me basta porque considero que el potencial de las redes sociales es muchísimo mayor.
Desde luego, queda un muy largo camino por recorrer para que las redes se conviertan en una especie de ágora, donde se converse, se discuta, se argumente, se fiscalice a los poderes públicos y privados, etc.
¿Qué opinas tú de todo ello? Gracias por comentar y por compartir.
Deja tu comentario