Inicio este artículo de Bloggy Mary haciéndote una pregunta, además de la que está de titular: cuando hablas o piensas en Protocolo, ¿siempre se refiere a hechos o acontecimientos sociales de enjundia?
Si me sigues, sabrás que, para mí, el Protocolo está para facilitar las relaciones entre las personas a través de unas normas que suelen aportar los usos y costumbres de una sociedad, o bien de las instituciones cuando se trata de los temas que las competen.
También sabrás que no es lo mismo Protocolo que Etiqueta o Educación, así, con mayúsculas. Por supuesto, están entrelazados, al igual que la Comunicación, pero son patas diferentes de un mismo mueble, el de las relaciones que arriba mencionaba.
Mientras buscaba un tema para hoy, me encontré con una noticia que me hizo reflexionar y me gustaría que lo hiciéramos juntos. No es de aquí, de España, sino que procede de México: “Edil crea protocolo para el trato de funcionarios con ciudadanos”. Se refiere, en concreto, a sintecho y a vendedores ambulantes.
Sin duda, estamos ante otro tipo de Protocolo, al que ya me referí en su momento, pero pensé en cómo tratamos nosotros a estas personas, a los invisibles de la sociedad. Y me empezaron a surgir en la cabeza varias cuestiones (ya sabes que me gusta mucho preguntar). Te las cuento a ver si, entre todos, conseguimos responderlas:
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Cuestión de Educación: cómo les tratan los servicios sociales, los cuerpos de seguridad del estado, los juzgados y los funcionarios. ¿Existe una normativa al respecto? Y no me refiero a la ley sino a la calidez humana. Es más, tú mismo/a vas por la calle y uno de los mendigos te da los buenos días, ¿le respondes? ¿Le ofreces una sonrisa comprensiva y cálida? ¿Le miras siquiera?
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Cuestión de normas: cuando, por ejemplo, un refugiado entra en uno de esos centros masificados que tenemos para ellos, ¿existe un plan de bienvenida? ¿Algo siquiera que les haga pensar que son iguales, humanos, que los demás que no están en una situación tan precaria como la suya?
Tratamos con personas. Sí, personas. En situaciones duras, en ocasiones provocadas por ellos mismos pero en otras no. Merecen un respeto que, seamos sinceros, ¿tienen siempre?
Me estoy refiriendo a documentos que expliquen a quienes van a hacerse cargo de personas vulnerables, discapacitados, con problemas físicos y/o psicológicos, refugiados, sintecho, mendigos y demás seres a lo que preferimos ignorar en nuestro día a día, cómo comportarse con ellos, cómo tratarlos para que se sientan bien. La educación es un punto pero necesitamos hacer más.
Estoy segura, aunque no haya encontrado ningún documento para confirmarlo, que cuando una de nuestros congéneres en esta situación llega a un centro, sea del tipo que sea, quien los atiende sabe qué darle (ropa, mantas, un catre,…) y con qué recibirle. También sabrá qué comportamiento tendría de adoptar en el caso de que existiera algún conflicto.
Pero, además de la educación que nos han dado en la familia, ¿existe alguna norma escrita sobre cómo hemos de tratarles, la calidez, el cariño a poner en el trabajo con ellos? ¿Llamarles de tú o de usted? ¿Darles la mano? ¿A quiénes? ¿A hombres sí y a mujeres no? ¿Hay que mirarles a los ojos? ¿Cómo se les piden los datos? Son pequeños detalles que pueden significar un antes y un después en cómo se sienten a la llegada a un lugar extraño e incluso hostil.
Puedes decirme que, una vez llegados a España en el caso de los refugiados o de los que vienen en pateras o asaltan la valla, deben asimilar nuestra cultura, usos y costumbres en la mayor medida posible. Estoy de acuerdo contigo. Sin embargo, para que se cumpla, requiere de un tiempo de adaptación. Recién llegados es imposible que lo tengan y buscar que se sientan acogidos, más aún en los tiempos que corren de radicalismos, significa más de lo que supones; solo ponte en su lugar y lo comprenderás.
Además, muchos serán deportados de nuevo a sus países de origen. Este hecho ha de impulsarnos a facilitarles el trago. Pensar que todo su esfuerzo por llegar aquí cae en saco roto, pensar en el calvario que la gran mayoría habrán pasado (violaciones, robos, palizas, frio, enfermedades, etc.) debería ser suficiente para tratarlos como nos gustaría que ocurriera al revés, si fuéramos nosotros los que estuviéramos en su lugar.
En la sociedad actual, lo mismo estás arriba que abajo. Un mal paso, un divorcio complicado, una decisión errónea, la falta de soporte familiar y, de repente, pasamos del chalé a los cartones debajo de un puente. Hay veces en que pienso que esto nos puede ocurrir a cualquiera, empezando por mí misma. Llegan los de la Cruz Roja o te vas a dormir a un albergue para evitar el frio de la noche invernal. ¿Cómo te tratan los que te atienden? ¿Te miran sin verte o ni siquiera eso? ¿Te tutean sin venir a cuento? ¿Te ofrecen algo de comer? ¿Te dan alguna seguridad?
Cuando llevamos un tiempo ejerciendo nuestra profesión, en ocasiones tenemos tan asimilados los procedimientos que nos comportamos como robots, en vez de como personas relacionándonos con otras personas.
Te decía que desconozco si existe algún procedimiento similar en centros de acogida, albergues, agentes de aduanas o cualquier otro cuerpo de seguridad del estado que tenga relación con ellos. He estado varios días revisando Internet en busca de algún documento pero no he encontrado nada. Si sabes de alguno, por favor, compártelo aquí o en las redes.
Me ha salido un artículo lleno de preguntas y más personal de lo que preveía. Puede que esto no tenga que ver con el Protocolo, aunque creo que, en cierta forma, sí que está conectado, más allá de las normas y reglamentos.
¿Te cuestionas tú lo mismo? ¿Tienes alguna de las respuestas? Gracias por comentar y por compartir.
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