Sí, como lo has leído. Y bien metidito en la maleta. ¿Por qué? Porque si la función del Protocolo es hacernos la vida más fácil, qué mejor que llevarlo con nosotros ahora, cuando las cosas corren plácidas, para que no cambien y se compliquen.

el protocolo en la maleta de vacaciones

Son muchos los aspectos que se benefician de seguir una serie de sencillas normas que se resumen en una sola frase: haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti. La prefiero en positivo pues implica acción, mientras que en negativo es más bien pasividad.

Veamos algunos. Para empezar, hablemos del propio viaje. Si lo vas a hacer en coche, sigue las normas de tráfico, ¿qué te cuesta? No me estoy refiriendo ya a la velocidad propiamente dicha (que también), sino a algo tan bonito como ser educado al volante.

Todos parecemos transformarnos en cuanto cambiamos el estado de peatón por el de conductor. Personas amables y encantadoras, se convierten en verdaderos “reyes de la carretera” en su peor concepto. No soporto, personalmente, que en autovía o autopista se me peguen al maletero del coche mientras estoy adelantando porque ponen en riesgo, además de su propia seguridad, la mía y la de las personas que van delante y detrás de nosotros. Y es solo un ejemplo.

Protocolo al volante en el coche

Sabemos la normativa, la conocemos a la perfección, así pues, en la parte que compete a la educación vial, comportémonos como las damas y caballeros que somos fuera del vehículo; facilitemos la circulación pues eso va en beneficio de todos.

Cuando viajemos en avión, barco, tren o autobús, seamos buenos compañeros de asiento. La cortesía es importante. Dar los buenos días, tardes y noches, agradecer los gestos de los demás, por pequeños que sean, y una sonrisa a tiempo, tienen un poder infalible; intentar no dar gritos, voces, cánticos guerreros, conversaciones telefónicas multitudinarias (todo el mundo se entera de ellas), etcétera, y permitir que cada cual pase el trayecto como crea conveniente y sin molestar, seguro que te suena de maravilla. ¿Quién no ha tenido un viaje con compañeros a los que dan ganas de asesinar? No seamos uno de ellos.

A la llegada a nuestro lugar de vacaciones, estemos en nuestra segunda casa, en la de familia y amigos, en un apartamento, en un camping o en la habitación de un hotel procuremos seguir las mismas normas de urbanidad que tenemos en nuestro hogar. Si llegamos a las mil tras una cena que se ha alargado más de la cuenta, por ejemplo, evitemos llegar hablando y riendo a voz en grito, y cantando el “Asturias, patria querida”, que por mucho que resulte divertido, a la persona que es tu vecina y que tal vez trabaje al día siguiente o esté durmiendo a pierna suelta, no se lo resultará tanto. ¿Te lo resultaría a ti?

verano - veladas más largas

Por las noches, en vacaciones, las veladas se alargan. Lo mejor es que si vemos que lo hacen más allá de las doce de la noche y que podemos molestar, salgamos de casa y vayámonos a otro sitio. O bien bajemos el volumen de voz y de música para evitar el problema. Y si eres madrugador, por favor, intenta pensar que los vecinos de casa o de habitación no tienen que serlo tanto como tú y no pongas la música a toda potencia a partir de las ocho de la mañana, o decidas que ya es hora de que se levante todo el mundo, porque tú lo estás, y te dediques a cantar o a hablar a gritos. Solo hay que ponerse brevemente en el lugar del otro.

Las basuras van al cubo correspondiente y no se tiran en medio de la calle. Uno de los grandes incendios de este verano vino provocado por alguien al que se le ocurrió la brillante idea de tirar los restos de una barbacoa en el pinar colindante. Como era de dos días, pensó que las brasas estarían apagadas. Sea como sea, a parte de que no debería haber hecho la barbacoa, los restos se tiran a la basura, nunca al campo.

A este respecto, nos quejamos porque vemos cómo nuestros parques, jardines y recintos feriales (ahora que son fiestas en media España) están repletos de botellas y bolsas, restos de la fiesta nocturna, esparcidas por doquier. Pregúntate si esos chicos no están repitiendo, al fin y al cabo, lo que ven en sus mayores; la despreocupación absoluta y el “ya está el barrendero para recogerlo, que es su trabajo”.

Ir de camping - Protocolo

Si eliges la opción de la acampada, procura que cuando retires tu tienda y vehículo parezca que allí no ha estado nadie. Puede que consideres que es una labor absurda, porque el sitio lo ocupará otro enseguida y, además, estás de vacaciones. Pero la cuestión es ¿cómo me sentaría llegar al lugar y encontrármelo lleno de los restos dejados por el anterior “inquilino”? ¡Ah! Y no me vale el “yo me lo encontré así”. Ante un ocupante anterior guarro, la mejor opción es pensar que tú no vas a caer tan bajo y que el siguiente pensará de ti que eres la persona más considerada que se ha encontrado. Hazlo por la naturaleza, para poderla disfrutar igual en un futuro, por los demás y por ti. Las tres partes salen ganando con tu buena educación.

Como sabes, estar de vacaciones significa disfrutar libre pero recuerda que tu libertad termina justo, justo, justo, donde empieza la mía. Ponerse en la piel del otro y pensar que, al fin y al cabo, cuesta igual esfuerzo hacer las cosas bien que hacerlas mal (entonces ¿por qué no hacerlas bien?) te permitirán tener unos días placenteros, sin enfrentamientos ni problemas, para recargar pilas y volver al nuevo “curso escolar” lleno de fuerza y de planes.

No te olvides, por lo tanto, de meter el Protocolo más habitual en tu maleta, junto con el móvil y la documentación, para que nunca se te olvide en casa.

¿Añadirías alguna otra recomendación a las expuestas?