Sí, queda menos de un mes para la Navidad. A parte de celebraciones varias, algo de lo que hablaremos la próxima semana, hay que ir pensando en los regalos. El protocolo que rodea tanto la elección como la entrega de estos es el tema del que trataremos hoy en Bloggy Mary. ¿Me acompañas?
Las fechas que se avecinan, en materia de obsequios, tienen dos vertientes: los de empresa y los particulares. Es el momento del amigo imaginario, de las cestas, de la familia y de los amigos, pero también de los clientes, los proveedores y el resto de públicos objetivos de las empresas.
En una situación de cambios económicos como la actual, con ERES en marcha y bajadas de sueldo, cuando no con cierres y despidos directos, las compañías se enfrentan al dilema de si es mejor hacer un obsequio a los empleados que aún quedan u obviarlo. Es importante, en todo momento, ponerse en la piel del otro. Si tienes que tomar una decisión al respecto, mi punto de vista es no hacerlos porque se iba a interpretar bastante mal por parte de los “supervivientes” y directamente como una bofetada en el caso de los despedidos.
Y ¿qué hacemos con los clientes y los proveedores? Ellos conocen, casi con toda probabilidad, la situación que vives, aunque tú no quieras. Existen los rumores y el sector en el que te mueves, al fin y al cabo, sea el que sea, tampoco es tan grande: se sabe. Aquí me atendría a lo habitual, es decir, si cada año lo haces, sigue, baja un poco el nivel, pero haz un regalo.
¡Ah! No se lo ocultes a los trabajadores. Te digo como en el caso del resto de tus públicos: lo sabrán. Justifícalo como una apuesta para el futuro de todos, para la fidelización de los clientes. Incluso puedes pedirles opinión sobre cuál sería el mejor obsequio, dadas las circunstancias. Hazles partícipes de ello pues matarás varios pájaros de un tiro. Por un lado, se sentirán implicados en una situación difícil y que les afecta; por otro, generará confianza en el futuro; y además, respecto a los trabajadores despedidos, los que aún quedan se encargarán de explicarles la situación y mermará la mala imagen que hayas podido tener.
Ahora supongamos que tu empresa va viento en popa o se mantiene ante todos estos vaivenes, ¿qué regalar a los empleados y qué al resto de tus públicos? Lo primero que has de pensar es en la utilidad, tanto para unos como para otros. Debe ser un objeto que puedan tener durante todo el año (o que rememoren lo máximo posible), que les dure y que sirva de recordatorio de tu compañía.
Las cestas de Navidad, aunque siempre son una posibilidad, están muy trilladas, seguro que puedes ser mucho más creativo. Por poner un ejemplo algo complicado, si tu sector es el de la albañilería, ¿cuál crees que puede ser el obsequio ideal? Para los trabajadores, podrías pensar en un bono de masajes, dado que de siempre agacharse y coger peso, seguro que lo necesitan. Para los clientes y proveedores, bien podría gustarles una piedra tratada y bonita que utilizaran como pisapapeles. Son solo unas sugerencias a vuelapluma que no te arruinarán, se salen de lo habitual y te darán buena imagen.
Por cierto, procura que el logo y el nombre de tu empresa no sean tan grandes como el regalo o este terminará en la papelera más cercana, lo que no es el objetivo: sé discreto. Y no te olvides de pedir al proveedor de los obsequios que ponga que estos llevan tu marca para así poderlos desgravar.
Lo del amigo invisible puede ser un problema, sobre todo, cuando tiene lugar entre muchas personas que se conocen solo del trabajo o de cruzarse en la cafetería de este. Ahí te enfrentas al dilema de saber qué puede gustarle. Tienes dos opciones: te arriesgas y le compras lo que crees que puede servirle, o bien preguntas a alguien de su equipo que sabes que lo conoce.
Personalmente y siempre que puedo, me decanto por esta última opción pero si no tienes esa posibilidad, intenta pasarte por su escritorio con cualquier escusa y fíjate en qué tiene y cómo lo tiene; te puede dar muchas pistas sobre su personalidad. Si tampoco puedes, reflexiona sobre el puesto que ocupa dentro de la empresa, ponte en su lugar y piensa qué necesitarías tú si fueras él o ella, seguro que algo se te ocurre. Y siempre puedes elegir los regalos de siempre: bufandas, guantes, etc., pero tú eres más original que todo eso ¿verdad?
La familia y los amigos, bien, gracias… Te digo lo que suelo hacer yo. A parte de estar muy atenta, durante todo el año (los cumples y demás celebraciones te mantienen alerta), de lo que dicen para coger al vuelo ideas, cuando no me queda otra y ya que hay confianza, directamente les pregunto qué necesitan. Lo lógico es que te digan o bien que nada o bien una retahíla de cosas. Si es el segundo caso, lo tienes hecho, eliges entre ellas y punto.
Se complica cuando no ayudan. Pero tú les conoces bien, ¿a que sí? No hace falta que sea caro o que tengas que salir a comprarlo, puede hacerles más ilusión un vídeo con las fotos de la familia que todas las joyas y ropa del mundo. Me acuerdo que a una amiga la regalé un pendrive en forma de cerdito raro en el que había grabado todos los álbumes de su grupo favorito, y di en el clavo; aún recuerdo su cara de felicidad.
Porque en el fondo es eso, hacer felices a los demás y que se acuerden de ti (o de tu marca). Por eso es tan importante ponerte en su lugar y por eso es imprescindible entregarlos en mano, siempre en la medida de lo posible, pues así ves su reacción que, cuando es positiva, significa la mayor recompensa que puedas tener. Y si es negativa, pues toca reaccionar, algo que, sobre todo en el caso de las empresas, deberías tener presente con un plan alternativo para contrarrestar la situación.
¿Qué me dices de las felicitaciones, sean por correo o escritas en tarjetas navideñas? Son el complemento perfecto para cualquier regalo que hagas. Como cada vez se mandan menos tarjetas, rompe con ello y este año envía tus deseos de felicidad para que los pongan en el árbol de Navidad, en la mesa de escritorio o en algún otro lugar de la oficina. A mí me sigue haciendo ilusión recibirlas. Me gustan los correos electrónicos pero las tarjetas tienen ese encanto que me traslada a la infancia y me hace sentir más estas fechas.
Por supuesto, prepara y envía todo con tiempo suficiente. Las prisas de última hora no suelen ser buenas consejeras y el bolsillo también se resiente.
En resumen, empatía, observación, originalidad y sentido común harán de tus regalos navideños los más deseados por los públicos de tu empresa, por tu familia y por tus amigos.
Y bien, ¿has decidido ya qué les vas a regalar en Navidad a todos ellos? ¿Cuáles son tus trucos?
María Rubio
Yo todavía no sé que regalar en navidad, lo que si sé es que seguro que compraré en pequeñas tiendas, bien de barrio o bien por internet, pero no en grandes superficies o cadenas multinacioles que cada día soporte menos. Un saludo, 🙂
El apostar por el comercio minorista y por productos hechos en España es una apuesta segura porque tendrás asesoramiento y calidad. Enhorabuena por tu decisión y gracias por compartirla