Estos últimos días el Protocolo ha vuelto a ser protagonista en los titulares de los medios y también en algún artículo de opinión. Dos son los hechos que lo han devuelto a la actualidad: la audiencia del rey a los representantes de los partidos políticos y la querencia por ser el centro de atención de Podemos.

el rey recibe a Pablo Iglesias

Fotografía del diario El Mundo

Voy a recordar aquí lo que significa en mi caso este concepto tan denigrado, como luego verás, pero tan importante, hasta el punto de que se utiliza a mansalva siempre que nos referimos a normas, cuando va mucho más allá. De eso trataba uno de los primeros artículos que escribí en Bloggy Mary, que traigo ahora a colación por su oportunidad.

Protocolo para mí, según explicaba, “es una disciplina que trata de propiciar las condiciones correctas para que las relaciones interpersonales fluyan con facilidad (…) Cuando nos relacionamos, se crean unas reglas inherentes que incluyen una serie de parámetros, dependiendo del tipo de relación. En general, el respeto hacia el otro es uno de ellos, lo que llamamos educación (…) Hay ámbitos en los que se precisa que estas reglas se acuerden con anticipación para el correcto cumplimiento de los objetivos que se hayan fijado”. Si tienes un rato, repásalo porque refleja el concepto verdadero de esta disciplina, al menos para mí.

Una vez que tenemos en cuenta lo anterior, veamos las noticias que nos ocupan bajo ese prisma. Empecemos por Felipe VI.

Muchos medios se han hecho eco del cambio en el Protocolo que ha introducido el monarca al recibir, para formar gobierno, a los líderes de los partidos políticos con representación parlamentaria. Por ejemplo, el Huffington Post o el ABC (como es lógico), entre otros.

En la primera ronda, entraba el visitante en cuestión, que se quedaba unos segundos al alcance de los disparos de los periodistas gráficos, y luego pasaba el rey, al que abría la puerta el asistente de campo y al que anunciaba con un “Su Majestad, el rey”. Desde luego, la fórmula es mucho más formal, aunque podría tener una doble justificación: dar protagonismo a los nuevos líderes con unos segundos en solitario ante los medios y dar la solemnidad que merecen las reuniones previas que, a priori, desembocarían en la formación del gobierno de España.

Sin embargo, en la segunda ocasión, fue el rey quien esperó en el salón de audiencias a que entrara el político correspondiente, al que saludó ante los flashes de las cámaras y, tras unos breves instantes, invitó a pasar al despacho. En ambos casos, el monarca cedió la entrada al visitante.

el rey recibe a Ana Oramas

Fotografía del diario ABC

Este cambio también puede tener, a mi modo de ver, unas razones muy válidas, incluso más que las anteriores. Felipe VI es el anfitrión, por lo tanto, el que recibe; los líderes ya habían tenido, en la primera visita, el protagonismo necesario; y mostraba así la urgencia de una solución al momento actual de un gobierno en funciones, es como si dijera “fuera adornos innecesarios que nuestro objetivo es otro”. Nada que objetar.

En relación a este tema, viene la segunda noticia que también encabezó la portada mediática: la indumentaria de Pablo Iglesias, líder de Podemos. Voy a tratar de ser lo más aséptica posible en este tema.

El representante de la formación morada, en pleno ejercicio de su libertad de expresión (por favor, recuerda que, como en todo, tus libertades terminan justo donde empiezan las mías), decidió presentarse a la ronda de consultas con un atuendo compuesto por vaqueros, camisa remangada y, creo, zapatillas deportivas. Así también fue al Congreso el Día de la Constitución. No obstante, se puso corbata cuando se reunió más tarde en un acto con sus compañeros de partido y llevó esmoquin en la gala de los Goya.

Los que trabajamos en Comunicación estamos fascinados por la impresionante maquinaria de imagen que es Podemos. El objetivo que persiguen siempre es ser el centro de todas las miradas. Para ello, utilizan los medios a su alcance, que están perfectamente medidos, hasta en su más mínima expresión. Vamos, que no dan puntada sin hilo.

Desde mi punto de vista, como estrategia, me parece impecable, aunque en cuanto se analiza, cae como un castillo de naipes. El fin lo consiguen pero no tengo muy claro que el precio que vayan a pagar les compense. Vamos a ello.

El rey, las cámaras alta y baja, y la Constitución representan a todos los españoles, nos gusten o no, o estemos de acuerdo con ellas o las queramos cambiar. El monarca es la imagen de nuestro país, hemos elegido en libertad a las personas que van a gobernar en nuestro nombre y la ley fundamental que tenemos merecen un respeto.

Si Iglesias hubiera seguido con su indumentaria habitual en todo momento, me costaría entenderlo pero lo aceptaría. Ahora bien, que a los Goya vaya en esmoquin y que se ponga corbata en el acto de su partido, me parece muy poco acertado. Y más cuando declara que, según señalan en El Mundo, “Vamos al homenaje a la Constitución y allí sin corbata. Pero con vosotros sí, todo el respeto de la corbata, compañeros«. ¿Perdón? ¿Tus compañeros y los miembros de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas merecen respeto pero los españoles, representados en la figura del rey y en las cámaras, no? Desde mi punto de vista, un auténtico patinazo que, personalmente, me ofende.

Ya para terminar, leo un artículo de opinión cuyo titular me puso los pelos como escarpias: “Matemos el protocolo y más cuando descubro que su autora, Ángeles Durán, es profesora y periodista. Estaría de acuerdo con ella si esta disciplina tan necesaria fuera algo tan caduco y fuera de lugar como explica en su definición: “más allá de lo básico, es una invención inútil e inmoral que distancia a unos individuos de otros mediante pleitesías traducidas en gestos, tratamientos y agasajos”. Prefiere que lo cambiemos por Educación.

Esta compañera de la prensa seguro que sabe que a políticos, dignatarios, presidentes de multinacionales o de pymes, etc., les encanta “salir en la foto”, solo tiene que ver lo que he comentado antes, aunque ella conocerá más ejemplos que yo. Aquí la educación, el respeto y la cortesía suelen pasar a un segundo plano; tenerlos los tienen, ahora que usarlos, pocos, muy pocos.

Sin la existencia de esas normas que tanto le disgustan a Ángeles Durán, cualquier acto, reunión o evento que tenga un mínimo carácter social, se convertiría en un auténtico caos donde todo el mundo querría figurar antes que el resto. Para que vea la necesidad de que sea el correcto, solo tiene que asomarse a este artículo de Maira Álvarez en ABC. Como la excelente periodista que es, la señora Durán debería documentarse antes de escribir artículos, aunque sean de opinión. Y encima trasmitirlo a los alumnos, ufff.

Sí, sé que no he sido aséptica, según te ponía unos párrafos más arriba, pero es difícil la indiferencia en estas ocasiones. Ahora es tu turno de expresarte. Tienes los comentarios o podemos debatir en las redes. Gracias de antemano y también por compartir este artículo si te ha gustado.

María Rubio