Hace más de un año (ay, cómo pasa el tiempo), a finales de 2012, escribía en Bloggy Mary una entrada sobre el Protocolo en el uso del móvil, aparatito que colocamos en la mesa o lo más cerca posible de nosotros, sea cual sea la situación, lo que no es muy recomendable. Aunque parezca que no tiene mucha relación con lo que ahora sigue, te garantizo que está bien traído.

Si te digo la verdad, con esto del señor alemán que me visita de vez en cuando (Alzheimer), no recuerdo exactamente qué me llevó a leer, en Google, las normas para utilizar sus famosas gafas sin que alguien te las rompa por entrometido. Se trata de unas mínimas reglas de cortesía que, como suele suceder, son de puro sentido común, en general.

El particular Protocolo de uso de las Google Glass

Sé que aún no las tienes pero, en general, doy por supuesta tu fortaleza financiera y estoy convencida de que, dentro de muy poco, formarán parte de tu indumentaria habitual para salir a la calle o incluso para estar en casa, sea la tuya o la ajena. Es evidente que mañana mismo, que es viernes y empieza el fin de semana, todos nosotros tendremos eso que se ha dado en llamar wearables (seguimos con términos en inglés: ¿a que es más cool?) por lo que es necesario establecer unas normas básicas y recrearnos en estas pequeñas reglas para el uso y disfrute de propios y extraños.

Otro día es posible que hablaremos de relojes, sudaderas, pulseras, etc. -si ya es raro ver por la calle a alguien que da la sensación de hablar solo, ni te cuento qué puede parecernos el que exista un émulo de Michael Knight (el insigne David Hasselhoff) a nuestro lado en el transporte público o en la cola de turno-. Sin embargo, ya que fueron las primeras, permíteme centrarme en lo que San Google nos dice sobre el protocolo de uso de sus Glass.

Lo primero que nos encontramos es con que a aquellos que se atreven a ser pioneros, hemos de llamarles “exploradores”… No sé a ti, pero a mí me da la sensación de que si las compro, terminaré siendo una especie de Alexinne Tinne. Es posible que no tengas ni idea de quién es. Yo hasta hace un minuto, tampoco. Digamos que buscó las fuentes del Nilo allá por el siglo XIX. Sinceramente, no me veo, aparte de que ya estén descubiertas.

Herramientas del explorador

Vamos a obviar esta denominación y a seguir con la normativa. Me pondré seria por un momento, aunque tampoco demasiado. La comparación entre el uso de las gafas del conocido buscador con el del móvil es, creo, muy acertada. Recordar siempre viene bien:

  • Pedir permiso para hacer fotos o grabar vídeos donde salgan terceros, y con eso me refiero a cualquier persona que no seas tú.

  • La regla anterior es todavía más importante si tienes la intención de subirlos a redes sociales. Te remito a las entradas de Bloggy Mary sobre el Protocolo en Twitter y Facebook. Dudo que se te ocurra la idea de hacerlo en LinkedIn, pero por si acaso, también te pongo el enlace.

  • No pasa exactamente con los teléfonos, a menos que sean de ultimísima generación y los lleves adosados a la ropa, pero es cierto que ponerse este complemento puede resultar muy llamativo. Sería interesante tratar a las personas que se acerquen a preguntar con educación y cortesía, a pesar de que es posible que acabemos cansados de responder. Ellos no tienen la culpa; es lo que tiene ir a la moda.

  • Por favor, en una comida, cena, cañas, sidras y demás reuniones festivas o profesionales con nuestro prójimo, las gafas fuera. Como dicen en este seudo manual protocolario, “standing alone in the corner of a room staring at people while recording them through Glass is not going to win you any friends”. En una traducción libre, estar solo en la esquina de la habitación grabando a los demás, no te hará ganar amigos.

  • A este respecto, nos dicen que no nos enfademos si estamos en una cena romántica y alguien se acerca a preguntarnos por las gafas. De hecho, más bien la que se tiene que enfadar es la persona con la que compartimos plato y mantel, ¿no te parece?

Entremezclados nos ofrecen una serie de consejos de seguridad, unos más lógicos, como que tengamos un código de bloqueo de la pantalla, al igual que en el móvil, para que si se nos pierden o las roban, no puedan acceder a ellas y, además, que podamos hacer un borrado remoto de los datos; y otros mucho menos.

No usar las Google Glas en deportes de impacto

Eso de que intentemos no leer “Guerra y paz” en el aparatito en cuestión y que utilicemos una pantalla más amplia; o bien que si practicas deportes de impacto como, casi literalmente, esquí acuático, monta de toros o estar en el club de la lucha, mejor que las guardes, no vaya a ser, no vaya a ser… Lo curioso es que si lo dicen, es porque a alguien se le ha ocurrido la maravillosa idea de hacerlo. Sin comentarios.

Al final, la sensación que me da leyendo estos consejos, es que Google quiere que hagas propaganda gratuita a sus gafas, que le des la opinión de propios y extraños sobre ellas, que, en definitiva, te conviertas en embajador de la marca y no tanto dar unas reglas de Protocolo básico de comportamiento. Es decir, no le importa lo más mínimo tu imagen, que lo sepas por si te queda alguna duda, sino la que puedes dar como comprador de su producto.

Como ves, me ha salido una entrada un tanto irónicofestiva. Ahora llega tu turno de fantasear. Si tuvieras las gafas (en el caso de que las tengas, podrás responder con más conocimiento de causa), qué otros consejos añadirías a los expuestos para podérselos trasladar a Google y que los añada a los publicados. Te invito a que hagas de “explorador” y compartas, ¿te apuntas?

María Rubio