Un diario digital, Marketing Directo (@mkdirecto), publicaba ayer una información: “8 normas de etiqueta para utilizar el teléfono móvil sin perder el estilo”. Hablaba del comportamiento de las personas cuando suena una llamada, como hablar a gritos y que todos nos enteremos de conversaciones ajenas, cuando lo utilizamos para escuchar música o los lugares en que deberíamos apagarlos.

Este artículo me recordó un debate que, hace bien poco, creé en el grupo de la Asociación española de expertos en Protocolo, en LinkedIn, a raíz de una viñeta que me envió Carmen Gutiez (@carmengutiez), siempre atenta para hacerme partícipe de noticias de mi interés (¡gracias!).

Viñeta sobre protocolo del móvil en la mesa

Se generó un interesante debate, con veintidós comentarios de gran valor. En él se complementa lo escrito en el artículo de Marketing Directo porque nos referimos a la costumbre de, según nos sentamos a la mesa, colocar nuestro móvil sobre ella, en un lugar tan visible que, en ocasiones, obstaculizamos el normal desarrollo de la comida.

Como no tengo permiso de las personas que intervinieron en él para citarlas, voy a resumir lo que se dijo al respecto:

– Supone una falta de respeto hacia el resto de comensales y, especialmente, hacia el anfitrión, dando una imagen de que eres una persona muy ocupada y estás ahí para hacer un favor.

– Por lo tanto, en general, sería de desear que se prohibiera su uso en comidas y actos formales, al igual que se hace en el cine, el teatro, una iglesia o un hospital.

prohibido el uso del móvil

– Parece que hemos perdido la capacidad de disfrutar de una buena comida o de una interesante conversación, priorizando el 2.0 sobre el trato con las personas.

– También ocurre en un evento o desfile, donde los asistentes están más pendientes de grabar con el móvil que de estar atentos y, de nuevo, de disfrutar de lo que ocurre. Además, es habitual que si ocupas un lugar un poco retrasado respecto al punto de interés, seas incapaz de ver nada debido al bosque de brazos levantados con un móvil en su extremo.

– En el caso de que por motivos de fuerza mayor debamos dejar el teléfono en un lugar visible, hay que explicar lo que ocurre y pedir disculpas. Con ello nos referimos a una hospitalización o algo semejante.

– Si hemos de atender una llamada, hay que pedir disculpas, levantarse e irse fuera del lugar o a un punto en el que tengamos privacidad y no molestemos al resto de comensales.

– Con el móvil fuera de la mesa, se evitarían escenas como cuando hay avisos y el receptor no puede reprimir el impulso de comprobar qué ocurre, aún en medio de una conversación, lo que supone una importante falta de cortesía.

Tuiteando un evento - foto de Vicente Nadal

Foto de Vicente Nadal

Una vez dicho esto, voy a hacer una salvedad, tal y como la hice en el debate, y son las reuniones, comidas o eventos en general sobre redes sociales. Existen muchos “x” and twitts, o and tweet, o and tuit,… Hay congresos como el que esta semana se celebra en Valladolid (la Semana de las redes sociales de Castilla-León) y otra serie de actos en los que es imprescindible el uso del móvil para mantener informados, a través de un hashtag (la # de Twitter), de lo que allí acontece.

Por ejemplo, está el Eats&Twitts, organizado por Antonio Domingo, donde el smartphone ocupa un lugar destacado sobre la mesa. Aquí no se entiende que sea de mala educación (al contrario) contestar los avisos con mensajes en los que se nos menciona en el microblogging o sacar fotos a los platos y, a continuación, subirlos a nuestro TimeLine.

De hecho, hay eventos en los que se dan importantes premios a los tuiteros que han sido más prolíficos durante su desarrollo porque ayuda a su difusión y a que las personas que no hayan podido estar presentes, tengan una aproximación a las ideas más importantes que en ellos se difunden.

Salvo estos casos, hay pocas cosas más tristes que ver, en un parque, a un grupo de chavales más pendientes del móvil que de hablar entre ellos; o en la mesa de una cafetería, en la que están sentadas cuatro personas y todas ellas con el teléfono en la mano.

Soy tuitera y me encantan las redes sociales. Si me dejo el smartphone en casa, parece que estoy manca y no es la primera vez que me he vuelto a por él. Sin embargo, he de reconocer que es molesto estar hablando con alguien en una situación normal, fuera de los círculos tecnológicos, y que en vez de estar mirándote, los ojos se le vayan a la pantalla del móvil y no sepas muy bien si la sonrisa que se le escapa es por algo que has dicho o por algo que ha leído.

Como decía una compañera de debate, puede ser que nos hayamos vuelto esclavos de nuestra evolución. Vosotros ¿qué pensáis?