China, sin duda, es un excelente mercado para cualquier empresa, también para las españolas. Un país que alberga a casi 1.400 millones de personas, que está creciendo y cuyos turistas, cuando vienen a España, son los que más gastan en cuanto a nacionalidades, es para tenerlo en cuenta.
Hasta hace bien poco, el territorio más poblado del mundo era muy reacio a la inversión extranjera. Solo se podía entrar mediante acuerdos con otras compañías nacionales y en unos pocos sectores de actividad. Pero ahora, se ha abierto y excepto en los puntos más estratégicos, como la energía o los automóviles, las empresas foráneas ya pueden encontrar oportunidades en 349 campos de actividad.
Una vez dicho esto, voy al grano. A pesar de que la comunidad china en España lleva años conviviendo con nosotros, a pesar de que su gastronomía, sobre todo la cantonesa, es bien conocida, a pesar del turismo, y a pesar de todos los puntos de contacto, seguimos sin conocer su cultura y más a la hora de hacer negocios con ellos.
Aquí, como suele ser habitual, el aprender sus costumbres, el respeto y el saber un protocolo básico de comportamiento ante ellos, es crucial para estrechar lazos; ya te conté aquí cómo debe ser el suyo y el de cualquier extranjero, con nosotros. Y ese es el objetivo de un completo documento que ha realizado la agencia de Comunicación HenKuai. Aunque, en especial al final, hay partes publicitarias, sí que se trata de un manual de usos y costumbres muy útil si vas a invertir o a hacer negocios en China. Te lo pongo a continuación:
Es cierto que, según asegura el documento, asimilamos al residente chino en España con los pequeños establecimientos de ropa, calzado, restauración, alimentación y productos varios (los famosos “chinos”) que proliferan en nuestras poblaciones. Incluso, en Madrid, con el polígono Cobo Calleja y cierto empresario que ahora está en prisión, creo recordar. Pero también lo es que quedarnos con esta imagen es simplificar en demasía.
Detrás de todo ello, existe una cultura milenaria que es interesante conocer, sobre todo, si vas a hacer negocios con ella. Una buena forma de empezar, estoy de acuerdo con el documento, es relacionarse con la comunidad que hay aquí como primer paso.
La guía chinoespañola trata temas de acercamiento que incluye el respeto, la gastronomía, la hospitalidad, la búsqueda del beneficio común, la flexibilidad, la mentalidad abierta, el aprendizaje del chino (aunque solo sea un poquito),… que son las bases, no solo para relacionarnos con esta cultura, sino también para cualquier otra.
Asimismo, explican la importancia de las relaciones personales. El cuidar este punto es necesario sea chino, alemán o sudanés. Cuando se establece una confianza mutua, todo fluye con mayor facilidad. En el caso que nos ocupa, es aún más destacado porque tienen un concepto del honor muy fuerte. Debes evitar dejar en evidencia a un chino en público, en realidad a cualquier persona, si quieres conectar con ella.
A este respecto dan las siguientes normas:
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Elogia a tus interlocutores en presencia de otros, pero, por favor, sin “pelotear”. Existe una distancia entre el halago y el exceso que hay que marcar.
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No hablar mal de terceras personas, ni mentir, ni alardear, ni poner en evidencia a tus interlocutores. Nada que añadir.
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Cumplir con los compromisos que adquieres o no lo prometas. Aunque parece que empeñar tu palabra en algo carece de significado en la sociedad actual, es algo que se agradece con la confianza y con conseguir una buena reputación.
Por supuesto, un apartado importante es el del maravilloso mundo de las tarjetas de visita en China. El ritual para darlas y recibirlas está muy marcado. En concreto:
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Hay que llevar suficientes para todas las personas con las que te vas a reunir. Y repártelas por orden jerárquico, de mayor a menor cargo.
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Entregarla y recibirla con las dos manos, y orienta tu nombre para que lo vea bien tu interlocutor.
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Dedica el tiempo suficiente para leer el contenido y no escribas nada sobre ella. Por el contrario, guárdala y trátala con cuidado.
En el trato, como es lógico y debemos hacer todos, hay que cumplir con unas normas de cortesía básicas y universales: no interrumpir la intervención de un tercero, invitar a comer o, al menos, tratar de hacerlo, devolver las invitaciones, dar las gracias, evitar malos entendidos, cuidado con los chistes,…
Los modales en la mesa sí que son diferentes en algunos puntos. Por ejemplo, se puede hacer ruido al tomar la sopa u otros alimentos similares, o bien tener los codos en la mesa. El resto de reglas son similares a las occidentales:
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Esperar a que la persona de mayor jerarquía empiece a comer. Aquí se espera a que lo haga el anfitrión y, lo normal, es esperar solo a que todos los comensales estén servidos.
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Al menos, probar algo de cada plato, lo que no es obligatorio en España.
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Imitar la forma de comer, sí puede ser igual.
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Controlar la ingesta de alcohol, aunque se participe en los brindis, estar pendiente de servir a los que tienes cerca y agradecer la comida vienen a ser puntos similares a los de nuestros usos y costumbres.
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Pero, eso sí, cuando algo no te guste, es mejor ser honesto y achacar el caso a las diferencias culinarias entre ambas culturas. Me vale.
Las recomendaciones para ti que vas a hacer negocios o a invertir con ellos son igual de universales: causa buena impresión, sé prudente, sé diligente, no des nada por hecho, etc.
Una parte muy interesante es la que se refiere a la Comunicación y al Marketing, a partir de la página 40. Tienes cuáles son las principales redes sociales chinas, su buscador favorito, y los medios generalistas y especializados -por supuesto, controlados por el gobierno-.
Como siempre en las relaciones con los demás, se trata de aplicar el sentido común, de conocer lo máximo posible sobre la cultura y las costumbres de tu interlocutor, y de que ambas partes salgan ganando.
Es tu momento. Cuéntame qué es lo que más te ha chocado de esta guía y cuál es tu experiencia en la relación con los chinos residentes en España o en su propio país, si has llegado a viajar allí. Gracias por comentar y por compartir este artículo.
María Rubio
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