La radio es mágica. Es capaz de crear imágenes solo con la voz, de mantenernos informados, de entretenernos, de acompañarnos e incluso de consolarnos. Está donde queramos que esté, en casa, en el coche, en el trabajo, en nuestros momentos de ocio,… solo con encender un receptor.
Esta característica un medio de comunicación que solo se basa en la palabra, sin el apoyo de un escrito o de una imagen, es lo que lo hace especial y lo que también hace que tenga sus propias leyes a la hora de utilizarlo como periodista o como comunicador.
Por su propio formato e inmediatez, es muy importante tener en cuenta que el oyente no puede retroceder para entender algo que hayamos dicho. No puede ver una imagen que le haga comprender cuál es el contenido, ni tampoco puede volver atrás en la lectura para asegurarse de que entiende lo escrito en una frase. Es decir, sea como sea, debemos facilitar a nuestro público la idea que queremos transmitir a la primera: no hay más oportunidades.
Pero, ¿cómo hacer esto? Pues es más sencillo de lo que parece. Solo hay que seguir unas sencillas normas que, a base de repetirlas, nos saldrán de forma automática.
Empecemos por los cimientos: vocalización. Antes de entrar en antena, abre la boca todo lo que puedas y mantenla así unos segundos. Hazlo varias veces. Te parecerá extraño mas el resultado es estupendo porque flexibilizarás todos los músculos. Este consejo también te sirve para un discurso o una ponencia que vayas a dar.
La respiración es otra de las bases. Intenta llenar tu estómago de aire. Debes hablar expulsando el aire desde ahí. Cómo saber si lo estás haciendo bien: pon la mano justo bajo el diafragma e intenta que la zona se ponga dura. Solo eso. ¿Por qué? Pues porque cogerás más aire y no te quedarás sin él a mitad de una frase, en el momento más inoportuno. Además, haz varias respiraciones rápidas antes de entrar en antena para conseguir relajarte, en el caso de que estés nervioso.
La actitud también es importante. Tanto si estás en el aire desde la emisora o desde un teléfono, piensa que estás hablando con una persona: el interlocutor que tienes ante ti o al otro lado de la línea. Olvida la gente que te puede estar escuchando o que no. Para ti, en ese momento, no existen, no los ves, no los oyes, no sabes si están ahí. Por lo tanto, a quien tienes que informar o convencer es al periodista, y ya. ¿Cuántas veces has tenido reuniones o has hablado por teléfono con socios, clientes o posibles clientes? ¿Te pones nervioso, por regla general, al hacerlo? Aquí debes tomar la misma actitud.
Y hablando de ella, si estás en un magazine, sonríe mientras hablas. Los oyentes no te van a ver pero te aseguro que se nota muchísimo la diferencia. Si es para un informativo y la noticia no es agradable, evítalo, aunque, por regla general, procura no estar excesivamente serio. Gesticula también, como harías si mantuvieras una conversación “normal”. De verdad, la diferencia es aplastante. Te sentirás menos nervioso, te harás más simpático, y el discurso se entenderá y llegará mil veces mejor.
Una vez que tenemos la vocalización, la respiración y la actitud, vamos con el lenguaje. Olvídate de las interminables frases subordinadas que, por desgracia, solemos utilizar más de lo debido en nuestros escritos. No sirven para la radio por razones obvias. En la medida de lo posible, usa la estructura básica de sujeto + verbo + predicado. Directo, sin florituras innecesarias. Es la mejor forma de que te entiendan.
Como hemos visto, solo hay una oportunidad para transmitir lo que quieres. Elige lo más importante e insértalo en tu entrevista o información al principio, en medio y al final, como resumen. Así te asegurarás de que el mensaje que deseas dar, llega.
Todos tendemos, especialmente si estamos leyendo, a “cantar”, es decir, a subir la entonación hasta la pausa de respiración y luego bajarla. El resultado no es muy bueno en antena. Tampoco se trata de tener una entonación monótona. En el término medio está la perfección. Un truco: como vas a estar gesticulando, es muy probable que tú mismo, sin darte cuenta, incidas en las palabras más importantes de tu discurso. Esos serán los elementos que te definan y que eviten la monotonía. Por cierto, no se te olvide, si lees, hacer las correspondientes pausas en los signos de puntuación y cuidado con las interrogativas y las admirativas, pues ahí sí que “cantamos” casi todos.
Procura evitar las coletillas, esas palabras que solemos decir mientras estamos pensando la siguiente frase, tipo “eeeeh”, “¿entiendes?”, “¿no?”, “o sea”, etc. Ya sabes a cuáles me refiero. Cada uno tenemos las nuestras. Descubre cuál o cuáles son las tuyas y pon atención en obviarlas en la medida de lo posible.
Si nunca te has grabado, hazlo y escúchate a continuación. Te vas a llevar una gran sorpresa. De hecho, no reconocerás tu voz en un primer momento pero es así como te escuchamos los demás. Aunque el técnico de radio modulará los extremos, siempre queda mejor y es más comprensible un tono de voz grave que uno agudo. ¿Has escuchado alguna vez a Montserrat Caballé? Por mucho que cante en español, a menudo es difícil entender lo que dice. Es por el tono. En principio, no te preocupes por ello. Si lo tienes muy agudo, con que bajes un pelín la voz, se soluciona. De todas formas, como he dicho más arriba, el técnico se ocupará de que se te oiga de maravilla.
La grabadora debería ser tu compañera inseparable al principio para poder ensayar todos estos pasos. Prepara tu intervención. Piensa en las preguntas que podrían hacerte y redacta las respuestas. Así tendrás en cuenta todo lo visto antes. Grábate una y otra y otra y otra vez, las que sean necesarias, para automatizar estas pocas reglas. Escúchate tú mismo, que también lo hagan otras personas, hazte las críticas oportunas y rectifica. Ya verás qué pronto conseguirás tu propósito.
¿Has hablado alguna vez por radio? En tal caso, ¿cuál ha sido tu experiencia? ¿Harías alguna recomendación más? ¿Cuál es tu medio de comunicación favorito?
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