Termina 2013 (ya sé, no he descubierto América) y es hora, como no, de hacer un repaso a lo que ha sido la Comunicación, el Periodismo y el Protocolo durante el año que se nos va, todo ello, aderezado con las redes sociales e Internet que, al fin y al cabo, son el presente y el futuro, lo protagonice quien lo protagonice.
Sigamos el orden anunciado y hablemos de Comunicación. Los que trabajamos en ella estamos inmersos en una serie de disyuntivas y de incógnitas que deberían irse despejando para 2014. Según lo veo, tres son los principales retos a los que nos enfrentamos, empezando por el mismo concepto que nos define, siguiendo por su medición y finalizando por generar la confianza necesaria en nuestros públicos, sean las empresas, asociaciones y corporaciones que marcan el origen, o los mismos destinatarios de ella.
Siempre he defendido la diferencia que hay entre Comunicación y Marketing. Sigo pensando que son distintas patas de la misma mesa. Sin embargo, las distancias se están acortando, hasta el punto de que casi se han fusionado, algo en lo que las redes sociales han tenido mucho que ver. Esto hace que los dos departamentos se conviertan en uno solo, compuesto, en la medida de lo posible, por los perfiles implicados, Periodismo, Comunicación, Marketing y Medios Sociales, y no como se están constituyendo, en el que suele faltar una o varias partes de esta ecuación, dejando al grupo cojo.
Pero, como bien sabes, en este país las pymes son las reinas indiscutibles del tejido empresarial. Es lógico pensar que les resultará imposible dar empleo a cuatro personas con cuatro perfiles distintos. Así pues, no queda otra que arreglarse con un solo trabajador. Lo malo es que este suele ser alguien de dentro, cuya formación es pequeña, a nivel usuario, o nula en cualquiera de las materias de las que estamos hablando.
Es una de nuestras asignaturas pendientes; hacer entender a las empresas, por muy pequeñas que sean, la prioridad de tener a un especialista que reúna la mayor parte de estas actitudes en su curriculum. La razón es creo que obvia. Estamos en un momento en el que la diferenciación entre unas compañías y otras depende de un plan de empresa y de uno de Comunicación y Marketing. Nadie, por muy bueno que sea, puede llevar solo la contabilidad, la contratación, el trato con los proveedores, la venta, el cuidado de los públicos internos,… y el desarrollo de los planes. Ya hemos visto dos pero nos queda el de crisis, que con las redes sociales puede convertirse en algo más que fundamental, y el de reputación. Ahí queda eso. Recuerda que los días tienen solo 24 horas, aunque necesitemos más.
Y es que, en las grandes empresas y en las pymes, el Dircom casi parece Superman. Cada vez se nos exige más pero sin contar con un equipo detrás. Por favor, señores, que somos humanos y no superhéroes. Es otro de los puntos que deberíamos aclarar bien para el próximo año.
Otro de los aspectos a desarrollar es el de medir nuestras acciones. Siempre he pensado que hay que buscar otros caminos, más allá de comparar el sitio que ocupamos en el medio de turno con lo que le hubiera costado a nuestro cliente poner un anuncio en él. La Comunicación va mucho más allá y tendría que medirse de forma específica para cada una de las empresas, dependiendo de sus objetivos, por ejemplo, el de la reputación corporativa. Pero, claro, siempre buscamos el no va más, el que exista un sistema que sea global y permita comparaciones.
Ahora bien, vamos a pensar un poco. Si estamos inmersos en un proceso en el que se busca individualizar lo máximo posible los mensajes, por qué no hacemos lo propio con los emisores de estos. Y si estás de acuerdo en ello, ¿no es más lógico que cada emisor tenga su sistema de medición correspondiente y distinto al del resto, pues lo son sus objetivos y lo es él? Lo dejo ahí.
El Periodismo, por su parte, está viviendo un momento bastante malo. Más adelante, en otra entrada de Bloggy Mary, analizaré el estudio sobre la situación del sector que ha realizado la Asociación de la Prensa de forma más pormenorizada.
Los medios de comunicación están cambiando. El tránsito del papel al digital está siendo complicado porque no hay precedentes y todos andamos a ciegas, intentando dar con el palo a la piñata que tiene en su interior la respuesta a cómo podemos hacer que sean rentables.
En este sentido, es necesario que empecemos a apostar por contenidos de calidad. Se trata de que los medios tengan una línea editorial pero que no ofrezcan una información sesgada, según los intereses económicos de sus empresas. Hemos de recordar que nosotros, como periodistas, fiscalizamos al poder pero a la vez, el público está controlando cómo ejercemos nuestra función, gracias en gran parte a las redes sociales. Si no conseguimos salvar este obstáculo, dejaremos de ser necesarios, en un mundo en el que la libertad de expresión está en entredicho constantemente, incluso en las sociedades democráticas.
El paro es otro de los grandes problemas de los periodistas. La Comunicación, que es una posibilidad laboral muy viable para los profesionales que han salido de los medios, está siendo acaparada por personas con formación en Marketing, cuando ambos perfiles creo que deberían estar incorporados a los departamentos.
Sin embargo, hay luz al final del túnel si sabemos aprovechar las oportunidades que nos dan las nuevas tecnologías. Para ello, el periodista ha de desarrollar y cuidar su marca personal, más allá del medio o del lugar en el que esté trabajando y más aún si es autónomo. Es otra de nuestras asignaturas pendientes.
Por último, hablemos de Protocolo. Parece haber dos corrientes: una más tradicional, que lo vincula solo con comidas, eventos, actos y fiestas, y ferias; y otra más “aperturista”, que intenta llevarlo hacia el terreno de lo cotidiano, como puede ser un networking, la ropa, los regalos o incluso llevarlo de vacaciones, por supuesto, sin olvidar las tradiciones pero partiendo de ellas para trascenderlas tanto en el fondo como en la forma.
No creo que haga falta que te diga que estoy alineada con la segunda tendencia más que con la primera. Como he dicho en varias ocasiones, considero que el Protocolo sirve para facilitar las relaciones entre las personas y entre las instituciones, organismos y empresas, algo fundamental hoy por hoy.
Además, me exaspera la utilización de esta disciplina para justificar cualquier tropelía.
Es decir, en el campo que nos ocupa, tenemos pendientes dos tareas principales: aunar corrientes; y dar a conocer el Protocolo más allá de algo rígido y relacionado con unas normativas decimonónicas o, en el peor de los casos, medievales. Se trata de una gran herramienta de Comunicación para todos los que trabajamos en ella.
He aquí mi resumen y lo que ha dado de sí este año, desde mi punto de vista. ¿Añadirías algo más a lo expuesto en cualquiera de los tres campos? Ah, por supuesto, si te gusta, ya sabes qué hacer.
Antes de terminar, quiero desearte que tengas unas maravillosas fiestas. ¡¡Feliz Navidad y gracias por todo!!
María Rubio
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