Recuerdo vagamente que, de muy pequeña, cuando la televisión tenía solo dos canales y todo era blanco y negro, que el aparatito ocupaba un lugar privilegiado en el comedor, y la familia y los amigos nos sentábamos alrededor. Entonces no había problema en comentar lo que ocurría sin que, en general, te hicieran callar, como sucede ahora con frecuencia. Era una televisión social.
Y hemos vuelto a ella gracias a Internet y a las redes. Por una parte, tenemos conexión en el propio electrodoméstico. Por otra, podemos disfrutar de ella en el ordenador, en la tableta o en el smartphone. Además, mientras la vemos, es posible comentar “las mejores jugadas” en cualquiera de los otros dispositivos, como hacíamos hace unas décadas.
Hemos hablado anteriormente de cómo los medios impresos y la radio se estaban adaptando a las nuevas tecnologías sociales. Sin embargo, si hay un medio que de verdad, de verdad, lo está consiguiendo y está logrando unos niveles de interacción cada vez más desarrollados, es la televisión.
Las posibilidades que se abren en el momento en que la pantalla deja de ser algo que solo ofrece pero que no permite inteactuar, a las oportunidades actuales gracias a Internet son muchas. Podemos tener una televisión a la carta real, donde seleccionar los contenidos en streaming y disfrutar de ellos cuando queramos. Y además, permite compartir, en tiempo real, con el programa o con otras personas que estén conectadas, nuestras impresiones sobre lo que estamos viendo.
Pero es que también podemos llevárnosla con nosotros a través de otros dispositivos móviles y no solo en el ordenador, sino que tenemos la opción de verla en el autobús, en la sala de espera de un médico o donde nos sea posible.
Es decir, podemos elegir qué, cuándo, cómo y dónde, y no solo con quién, como antes. Y podemos, mientras tanto, compartir nuestras impresiones con todo el mundo. En este aspecto, hay una red social que gana a las demás: Twitter. La fusión entre la televisión y el microblogging tiene todas las papeletas para ser una de las grandes apuestas de futuro porque ya es presente.
Hace un tiempo lo pude comprobar en persona cuando pusieron, por enésima vez, la película “Love actually”. Estaba viéndola y, al tiempo, a través de un hashtag, comentando lo que ocurría en pantalla con otros tuiteros. Era la primera vez que hacía algo así y os aseguro que la experiencia fue refrescante. Un largometraje que había visto mil veces me resultó totalmente nuevo. Incluso las kilométricas pausas publicitarias fueron muy llevaderas porque estábamos hablando de lo que había pasado.
Como dice Dick Costolo, director general de Twitter, en esta entrevista, el futuro del microblogging es ser “una segunda pantalla para los medios de comunicación”.
Estas transformaciones están suponiendo un esfuerzo importante a las cadenas y también a los anunciantes. Ambas partes han de cambiar su concepto de emisión sin feedback a otro en el que la interacción es constante. Para la publicidad, supone un importante catalizador para la imagen de marca y un incremento en la eficacia de las campañas, siempre y cuando asuman los cambios que están teniendo lugar con una gran rapidez.
En este sentido, un ejemplo de lo que puede hacerse lo ha llevado a cabo la cadena Fox. Marketing Directo entrevistó a Cristina Miquel, su directora de marketing, acerca de una aplicación llamada “Check in”, con la que se pide a los espectadores “que hagan ‘check in’ cada vez que se sientan a ver uno de nuestros estrenos de prime time, entre ellos todas las grandes series del momento como “The Walking Dead”, “Homeland”, “Scandal”, “Modern Family”, “Revenge”, “American Horror Story” y un largo etcétera de títulos de gran calidad”.
Esto es algo nuevo en España pero no tanto en EE.UU., como resaltan en este interesante y revelador reportaje de Kanlli: “Al margen de las empresas que se han creado destinadas a la medición, han surgido de forma paralela una serie de aplicaciones o redes sociales verticales asociadas al consumo de contenido televisivo, tales como GetGlue o GoMiso, ambas de Estados Unidos, y muy locales debido a su propia naturaleza, pues consisten en hacer check-in en los programas mientras se emiten”. Adiós audímetros.
Las cadenas pueden monetizar este interés mediante el VOD, es decir, mediante el vídeo bajo demanda, una especie de videoclub de series, programas y películas. Volvemos a lo que ocurre al otro lado del Atlántico para comprobar el auge que está teniendo en detrimento de otras opciones como las televisiones de pago o por satélite. Según un estudio realizado por TVGuide, se duplicó en 2011 el número de espectadores de películas bajo demanda, llegando al 40%. Lo curioso es que los argumentos para utilizar los servicios VOD eran “ver episodios anteriores de series y shows que habían descubierto en mitad de temporada o entre temporadas”. Esto es, no se trataba de ahorrar en los formatos de pago sino de, digámoslo así, “ponerse al día”.
Sin embargo, como todo en esta vida, existen importantes peros para las cadenas, a parte del esfuerzo tecnológico a realizar. Estamos asistiendo a un ejemplo claro de ello que va a traer cola: la entrada del blog de Pablo Herreros sobre La Noria. No insistiré en este caso, por ser de todos conocido, pero si queréis saber lo último, os dejo con la noticia que ayer publicó PR Noticias.
Otro ejemplo es que ya no esperamos a que pongan una serie extranjera temporada tras temporada con retraso respecto a la original, sino que ¿cuántos de vosotros veis vuestras series favoritas a través de Internet antes de que las pasen en España? Esto supone pérdidas de audiencia para la cadena que van a ir a más.
El camino está trazado aunque aún queda mucho por andar.
En una charla a la que asistí, un prestigioso ponente internacional preguntaba: ¿cuántos de vosotros ve la televisión y, al tiempo, está con el móvil? Levantó la mano casi todo el auditorio. ¿Cuántos estáis, además de con el móvil, con el portátil? Más o menos la mitad de la sala. ¿Y cuántos estáis con el móvil, el portátil y la tableta? El número de manos descendió ostensiblemente pero aún así hubo algunas decenas. Su conclusión: “estáis enfermos”.
Si os hicieran las mismas preguntas, qué contestaríais vosotros. ¿Creéis en la televisión social? ¿Cómo pensáis que será su desarrollo?
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