Es una pena pero cada vez tenemos menos confianza en los medios de Comunicación. He de reconocer que nos lo hemos ganado a pulso pero una Democracia demuestra su solidez a través de la calidad de estos y la nuestra deja, por lo visto, mucho que desear si solo nos guiamos por esta afirmación.
En el Informe sobre la profesión periodística de la APM, del que ya hemos hablado, se refleja todos los años lo mismo: la presión sobre los profesionales y la falta de transparencia de las empresas editoras multimedia. A ello hemos de añadir que la confianza cae en picado en todo el mundo, lo que se suma a la propia y ofrece un panorama desolador.
Tres son los estudios, cuatro con el de la APM, que han abundado sobre este tema en los últimos seis meses y todos ellos muestran exactamente lo mismo: la caída imparable de la confianza de los ciudadanos hacia los medios y, por extensión, hacia los periodistas.
Empezamos, si te parece, por el más antiguo. El Eurobarómetro, que analiza el pluralismo de los medios y de la democracia (otra vez uniendo conceptos), muestra una pequeña contradicción, desde mi punto de vista. Por una parte, los españoles consideramos que nuestros medios ofrecen diversidad de opiniones pero, por otro y a mucha distancia de la media de la Unión Europea, pensamos que ni los públicos ni los privados se libran de las presiones políticas o comerciales.
Además, casi 6 de cada 10 españoles frente a 4 de cada 10 europeos consideran que no ofrecen información fiable, aunque sí hay diferencia entre los medios. La radio es en el que más fiabilidad perciben el 54% de los oyentes, mientras que el resto suspende, en especial los medios sociales.
Aquí tienes los resultados para España (solo son cuatro páginas) para que completes el panorama:
El siguiente informe, unos días más actual, se deriva de la encuesta del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). En él todas las instituciones analizadas tienen índices a la baja, aunque aquí salimos mejor parados que el Parlamento y los partidos. Hemos pasado de un aprobado por la mínima en 2006 (5,51) a un suspenso en toda regla (4,3). Es decir, en cuestión de diez años, la confianza en los medios ha descendido en algo más de un punto.
El más reciente en darnos el toque de atención ha sido el barómetro de confianza que Edelman publica todos los años.
Se confirma en él la caída. Hemos pasado de un 49% de confianza en 2015 a un 44% en 2016, es decir, casi 6 de cada 10 españoles piensan que los medios no son fiables, ¿te suena la cifra? Mira cuatro párrafos más arriba.
Sin embargo, sí se aprecia una pequeña diferencia respecto a la tipología. Resulta que en este estudio los buscadores son el segundo medio que más confianza genera, tras los nativos de Internet. Los tradicionales son los que se pegan un batacazo de aúpa, con cinco puntos menos respecto al estudio anterior.
España sigue la estela del resto de países analizados. El 82% de ellos desconfía de los medios, cifra que supone el mínimo histórico desde que se realiza el informe. Desde luego, no estamos tan mal como en Latinoamérica, si es que eso nos puede servir de consuelo.
Los datos son claros y, como decía al comenzar el artículo de Bloggy Mary, nos lo hemos ganado a pulso.
En alguna ocasión, he comentado las razones que, según creo, nos han llevado a este punto pero, si te parece, las voy a analizar desde la perspectiva de la democracia, jugando con el paralelismo que han establecido todos estos estudios.
La subida al poder o el crecimiento en votos de los partidos ajenos al, llamémosles así, “orden establecido” muestran a ciencia cierta que los ciudadanos están desencantados. La crisis, de la que apenas estamos asomando la cabeza, el paro, con unos índices vergonzosos, y los aún más vergonzosos casos de corrupción provocan, entre otros motivos, esta falta de confianza.
Y, mientras tanto, los medios, en vez de ofrecer una información contrastada y evitar sensacionalismos inapropiados, intentan sanear sus maltrechas cuentas con grandilocuentes titulares, análisis sesgados y datos sin confirmar adecuadamente. Es el miedo a morir lo que les mueve y los miedos nunca son buenos en Periodismo.
En las televisiones, dentro de los programas de debate, se valora más el espectáculo que la reflexión sosegada e informada, hecha por periodistas y analistas que realmente estén especializados en el tema a tratar.
La prensa trata de sobrevivir ofreciendo promociones que han convertido los quioscos en un mercadillo más que en un lugar de venta de ejemplares. Y ni aún así, consiguen levantar cabeza. Más aún cuando el acceso a Internet en España es casi generalizado y podemos encontrar las noticias gratuitamente y con más posibilidades de contratar y de ampliar la información.
Por lo tanto, son los buscadores y los medios nativos online los que se llevan al público cada vez más. Ahora bien, este tampoco se encuentra libre de responsabilidad.
Tenemos una educación que en vez de hacer ciudadanos críticos nos convierte en borreguitos, todos iguales, sin un criterio propio. O aún peor si cabe, nos pone las orejeras para que solo veamos lo que ellos quieren que veamos o lo que nosotros queremos ver. Es lo que ha venido a llamarse la posverdad, es decir, solo consumimos las noticias que nos afianzan en nuestras propias creencias. El resto de ellas las desmentimos a pesar de que los datos nos puedan decir lo contrario.
Las leyes tampoco ayudan a romper esta situación. De hecho, las últimas declaraciones nada menos que del fiscal general del Estado profundizan en la persecución de los periodistas por hacer su trabajo: buscar información y sacar a la luz aquello que quiere permanecer oculto. Solo favoreciendo que esto sea así y evitando sensacionalismos baratos y falta de profesionalidad a la hora de confeccionar las noticias, conseguiremos recuperar la confianza del público.
Y a pesar de los pesares, la gente no es tonta y se da cuenta de que la están manipulando, de ahí los resultados de los estudios que hemos visto antes.
Sabemos las causas, qué tal si nos ponemos en marcha y adoptamos las medidas necesarias para revertir las cifras y recuperar la confianza. Puede que aún estemos a tiempo, ¿qué te parece? Dime qué opinas.
Como siempre, gracias por comentar y por compartir la entrada si te ha gustado
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