La relación del periodista con sus fuentes es bastante peculiar. Ambas partes establecen, desde el primer contacto, un acuerdo tácito que tiene sus propias reglas, aunque pueden variar a lo largo del tiempo. Hay ocasiones en las que la fuente puede tener graves problemas al revelar la información. En tales casos, recurre a una figura: el off de record.
Para que te hagas una idea, es lo que ocurrió con “garganta profunda” durante el Watergate.
¿En qué consiste en realidad? La fuente te revela una noticia o bien los detalles que, a través de una investigación, te pueden llevar a una exclusiva, pero no quiere aparecer de ningún modo en el texto final por diversas razones. Recurre entonces al off the record.
El profesional tiene los datos. Sin embargo, en virtud de ese acuerdo, no puede utilizarlos a menos que los confirme a través de otra u otras vías. La identidad del origen siempre ha de quedar preservada, incluso ante el medio en el que trabajas, solo tú puedes conocerla, de ahí las leyes que protegen el secreto profesional, que incluye la confidencialidad de las fuentes, y que, en el peor de los casos, el informador haya finalizado con sus huesos en la cárcel.
Por supuesto, ha de valorar las motivaciones que han llevado a esa persona a contactar con él y ya está en la ética del periodista el aceptarlo o no cuando estas son poco ortodoxas. Las razones pueden ir desde la propia responsabilidad social, hasta la venganza o el buscar dañar a terceros. La primera es la buena pero se da en muy pocas ocasiones. La segunda puede ser válida, aunque dependerá del grado de implicación de la fuente y de si ella misma es responsable de un delito. La tercera debería significar el rechazo inmediato de entrar en su juego.
También ha de valorar si la importancia de la noticia merece el riesgo y en qué grado. Imagina que una fuente te avisa, a varios días vista, de un atentado yihadista. Sin duda, deberías acudir a las autoridades a denunciarlo pero no puedes decir quién te ha pasado los datos, a menos que hayas sido capaz de contrastarlos con un tercero. Puede ser incluso que te utilicen para fines que no alcanzas a ver de primeras y que la propia fuente esté implicada, convirtiéndote en solo un peón. ¿Te merece la pena? ¿Hasta qué punto el off the record te está llevando a incurrir en un delito e incluso a provocar muertes? Solo la experiencia y el instinto te pueden dar la respuesta.
Es decir, este tipo de relación, por sus características, debería ser más la excepción que la norma. Es algo que parece que lleva tiempo sin ocurrir. ¿En cuántas ocasiones has oído, leído o visto a periodistas citar coletillas como “según fuentes cercanas a…”? El abuso produce monstruos y resta credibilidad a la información.
Existe otra versión del off the record que es la “regla del embargo”. Ocurre cuando te dan una noticia pero te piden que no la hagas pública hasta una determinada fecha y hora. Se da bastante en el mundo de la tecnología y de los vídeojuegos, y suele implicar a más de un medio de comunicación.
Como ves, en general y dejando a un lado esta segunda posibilidad, es una figura que se da entre un periodista y su fuente, como mucho entre dos que sean compañeros en el mismo medio. Es una relación estrecha, que requiere de un ejercicio de confianza por ambas partes. Es algo muy serio.
Sin embargo, ahora todo es off the record. Hablo con veinte periodistas y digo muchos tacos o hago propaganda de una idea o vendo mi libro pero siempre esgrimiendo las tres palabritas en inglés. Señores, a eso se le llama, como mucho, rueda de prensa improvisada (aunque no lo esté) o “unas cañitas para sincerarme”.
En este contexto, ha aparecido en medios los manejos de un partido político al que el off the record le ha servido para justificar ciertas revanchas y que ha supuesto la consiguiente denuncia por parte de las asociaciones de prensa. Te pongo unas líneas de la información a la que me refiero:
“Se convocó como una reunión informal para dar a conocer a sus portavoces de área pero Podemos excluyó de la lista el pasado lunes a seis medios de los que habitualmente siguen sus comparecencias públicas (…) Quienes sí estuvieron presentes hablan de una reunión anodina de la que no cabe extraer material informativo (…).
Podemos alega que no convocó a esos redactores porque se trataba de un «off the record» que requiere de un cierto clima de confianza y que con esos profesionales no lo hay porque en el pasado se saltaron informaciones reservadas. El partido no ha detallado a qué tipo de incumplimientos se refiere”.
La justificación del off the record, por las reglas tácitas que lo regulan, está fuera de lugar en este contexto y el que lo utilice ante varios profesionales, de diferentes medios, sin ofrecer algo de interés y, encima, excluya por “castigo” a otros compañeros, me ha enfadado profundamente porque trivializa la labor que hace el informador. Significa, además, un desconocimiento sobre la comunicación corporativa y un desprecio profundo sobre sus principios.
Me parece lógico que algunos medios, implicados o no, lo tachen de ilegal. De hecho, el que el periodista de El Mundo declinase la invitación en solidaridad con sus compañeros dice mucho de la ética de la que hablábamos arriba y de no dejarse manipular por las fuentes, de no entrar en su juego.
Si Podemos pretendía dar una noticia, como viene siendo habitual, la noticia han sido sus usos y costumbres. Me niego a dar más argumentos porque se califican por ellos mismos.
En definitiva, un off the record, tal y como yo lo veo, tiene las siguientes características:
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Se da entre un periodista y una fuente que se siente amenazada por alguna circunstancia, es decir, dos partes y no trescientas.
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Requiere de una información que sea del máximo interés. Es un asunto serio.
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Es necesario encontrar otra vía que permita contrastar los datos antes de publicarlos. En caso de que no se consiga, quedarán en espera hasta el momento en que puedan confirmarse y no se revelarán ante nadie. En definitiva, hay que investigar.
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Supone un contrato tácito de confidencialidad, en el que el profesional ha de proteger la identidad de la fuente, incluso ante su propio medio y ante la ley.
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El informador ha de valorar si las motivaciones y el interés de la noticia merecen correr ese riesgo.
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Además, deberá evitar que le utilicen para fines no legítimos. Aquí la ética y la experiencia juegan un papel imprescindible.
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En este sentido, si el periodistas conoce la posible comisión de un delito, sobre todo si supone una amenaza a la vida de terceros, debe acudir a las autoridades y valorar si es o no legítimo romper la confidencialidad de la fuente.
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Por todo ello, debe ser una figura que suponga la excepción y no la regla.
Cualquier otro tipo de convocatoria, reunión, charla o semejante tendrá otro nombre pero, desde luego, no es un off the record.
¿Qué significa para ti esta figura? ¿Piensas que estamos deformando su significado y su intención? Cuéntamelo en los comentarios o en las redes. Gracias por darme tu opinión y por compartir la entrada de Bloggy Mary si te ha gustado.
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