Varias veces, si sigues Bloggy Mary, habrás leído que critico la falta de estudios de interés sobre el Periodismo actual, tanto en lo que se refiere a los medios digitales como a los que no lo son. Salvo en las tesis doctorales, poco se está reflexionando sobre los cambios que acontecen, por ejemplo, en cuanto al esquema lineal de la Comunicación que sugería en esta entrada… también puede que me equivoque y que la desconectada sea yo. Por favor, siéntete libre para sacarme de mi error.
Sin embargo, de vez en cuando, me topo con artículos y estudios que me llaman la atención. Quiero hablarte hoy de uno de los primeros, escrito por el Dr. Ramón Salaverría, de la Universidad de Navarra, que, en poco más de diez páginas, enuncia una posible clasificación de los medios digitales, partiendo del histórico de los tradicionales para sentar las bases de su propuesta. Es el siguiente:
Cuando empecé la universidad, el mundo digital estaba aún en pañales. Recuerdo aprender a programar en Basic, código de la mayor parte de las páginas que existían en ese momento, con apenas 18 años. Y de que aprendí a maquetar en un muy incipiente ordenador de Apple, como complemento a la forma tradicional, con una regla específica cuyo nombre no recuerdo y soy incapaz de encontrar. Si alguien lo sabe, por favor, que me lo diga.
Entonces era fácil. Distinguíamos entre prensa, radio y televisión. Como ves, priorizábamos el soporte a la hora de clasificarlos. Esta era una evolución que el autor se encarga de señalar.
En el siglo XIX, cuando de verdad podemos hablar de periodismo, como solo existía la prensa escrita, poco más que pasquines hasta bien mediada la centuria, la diferencia entre unos y otros medios era la periodicidad con la que se publicaban y luego su temática.
Al llegar la radio y, tras ella, la televisión, el soporte empezó a formar parte de la clasificación y acabó convirtiéndose en el elemento prioritario, seguido por el tema y luego su frecuencia de publicación: “durante dos siglos, la periodicidad había permitido establecer clases entre las publicaciones impresas, pero ahora el nuevo factor permitía ir más allá: distinguía entre medios impresos —de la periodicidad que fuera— y medios audiovisuales”. Hasta que irrumpió la revolución digital, que se convirtió en el “cuarto medio”.
Así que, desde finales del siglo pasado, nos encontramos con dos grupos genéricos: los medios tradicionales y los online, con las siguientes características, si nos seguimos fijando en la división antigua por soporte y por periodicidad:
Ahora bien, ¿cómo clasificar los medios digitales? Comenta el autor, y yo estoy de acuerdo, que la hipertextualidad, la multimedialidad y la interactividad no son distintivos solo de Internet pues, en mayor o menor medida, prensa, radio y televisión también poseen características semejantes. La prensa tiene las cartas al director; la radio, las llamadas de los oyentes; y la televisión, poco más o menos. Además, remiten a otros programas, lo que podría considerarse hipertextualidad, por ejemplo. O hay fotos, en el caso de los impresos, y subtítulos cuando hablamos de la televisión: multimedialidad.
El autor propone clasificarlos por siete distinciones, que resume en el siguiente cuadro:
Se trata de una diferenciación abierta, puesto que seguirán produciéndose innovaciones que añadirán tipologías a los expuestos. Así, el criterio de la plataforma podría tener en breve dos nuevas aportaciones: la realidad virtual y la aumentada.
Verás que el autor habla de temporalidad y no de periodicidad. Son dos conceptos distintos, como él mismo se encarga de resaltar: “Como hemos explicado, la periodicidad dio lugar, incluso desde el punto de vista etimológico, al periodismo. Por lo tanto, es un concepto esencial en toda actividad periodística (…). Sin embargo, los cibermedios han incorporado este concepto de una manera limitada, al punto de que el ciclo editorial de muchos de esos medios digitales se califica como de “cierre continuo” o de “flujo” (…). Es decir, no periódico, sino consecutivo”.
Se refiere a que, por ejemplo, los medios de comunicación en su versión digital, tienen noticias fijas, semejantes o iguales a las impresas, y otras que se van actualizando, como podrían ser la información sobre un atentado, un partido de fútbol, unos resultados electorales, etc.
Otro punto importante de la clasificación que propone el Dr. Salaverría es el del alcance, que de igual forma podría aplicarse a los medios tradicionales. Puntualiza el autor que, aunque Internet permite la globalización de los medios, esta no se da de facto, sino que lo habitual es me no salgan de su propia zona territorial por la cercanía que implica el interés de la noticia. Te recuerdo aquí la escala de valores que te comenté que utilizan los editores a la hora de clasificar, aprobar y ofrecer las noticias.
Me resulta acertada la diferenciación que hay entre titularidad y autoría. Pueden parecer conceptos semejantes pero no tienen por qué serlo. Mientras que la primera se refiere a públicos o privados, la segunda especifica más sobre quiénes son los autores: individuales y colectivos. Este último caso es el más común pero el primero se referiría a medios creados y redactados por una sola persona (hay algunos), y también a los blogs.
Asimismo, Ramón Salaverría distingue los cibermedios periodísticos de los que no lo son. ¿La clave para definir los segundos? “Prima bien la voluntad de trasladar una imagen positiva de una empresa o institución, bien la pretensión de promocionar un producto o servicio, o bien la intención de persuadir políticamente a la ciudadanía”. ¿Y el Periodismo de marca? ¿A cuál de los dos piensas que pertenece?
Por supuesto, todos los medios quieren ser rentables pero la prioridad que le dan a este punto es lo que les define dentro del grupo por Finalidad Económica.
Cierra la clasificación el Dinamismo. Existen publicaciones más estáticas y otras más dinámicas, con una mayor utilización de los recursos hipertextuales, interactivos y multimedia. No obstante, lo lógico es que existan muchos menos de los primeros que de los segundos, con las gradaciones que queramos.
Como ves, se trata de una diferenciación a tener en cuenta, a pesar de su complejidad, derivada a su vez de la variedad que existe en el mundo digital. ¿Qué te parece a ti? ¿Añadirías, quitarías o unirías alguno de los apartados? ¿Me lo cuentas en comentarios o por las redes sociales? Gracias, siempre, por opinar y por compartir.
María Rubio
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