Las noticias falsas o fake news parece que nos rodean. Según comparten en el blog de BBVA, “en el último año, el uso del término ha aumentado un 365% llegando a convertirse en la palabra del 2017 para el diccionario Collins”. Ahora, más que nunca, es necesario un Periodismo de calidad, un Periodismo ético.
El International Center for Journalists (ICFJ) ha publicado un documento sobre este tema: “La ética periodística en la era digital”. Invita en él a mirar al profesional del siglo XXI “desde la perspectiva de los valores tradicionales: compromiso con la verdad, independencia y responsabilidad con la sociedad”. Todos ellos muy loables y que deberían guiar nuestro camino. Pero la realidad es otra y de la actitud que tengamos ante ella, dependerá también nuestro futuro.
Empiezan desgranando eso que nos ha dado por llamar posverdad y que es una mentira o una verdad a medias (mentira) de toda la vida. ¿Somos los periodistas responsables? Pues, en parte, sí, sin duda.
La falta de verificación de las noticias y/o el carecer de tiempo para situarlas en contexto son parte del problema. “En nombre de la imparcialidad o la objetividad se le niega al lector, oyente o televidente, la ayuda que se le debe y que consiste en señalar inconsistencias, contradicciones, errores, mentiras o vacíos en el discurso de los interlocutores”. ¿Te suena? Es evidente que si el Periodismo pierde la credibilidad, pierde su razón de ser.
A este hecho, se añade el efecto de viralidad que tienen las redes sociales, donde se premia, gracias a los algoritmos, más el clic que el contenido.
Qué podemos hacer al respecto. Las soluciones están en nuestras (en tus) manos. Verificar las noticias, formar a los receptores para que sepan distinguir las informaciones de las mentiras, también enseñar a profesores y estudiantes el respecto y a apreciar la verdad, y fomentar el Periodismo de investigación.
Este último es contrario a la instantaneidad que muchas veces se exige a los medios. Ante ello, en el documento, los autores preguntan por la utilidad en la búsqueda y difusión de las noticias, y caben tres posturas:
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Porque es el negocio de la empresa. Como lo importante es difundir muchas noticias, cuanto más rápido, mejor
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Difundo noticias para que la gente entienda mejor lo que sucede y pueda influir en los hechos. Esta intención de dar noticias completas subordina el factor tiempo y hace desaparecer la prisa.
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Difundo noticias para entretener a las audiencias y para mantenerlas cautivas. Una noticia rápida, breve y que se comprenda sin mucho esfuerzo es una buena respuesta a la curiosidad de la gente.
Como ves, según la respuesta que decidas dar a esta cuestión, así te comportarás como periodista.
Estamos en tiempos de violencia. Solo hay que echar una mirada rápida a las noticias para confirmar esta frase. Es complicado ejercer en momentos así que, en realidad, son los que más necesitan de una voz que los dé a conocer desde la profesionalidad más escrupulosa.
Son dos los principales dilemas que destacan en el texto. Por un lado, está si lo primero es informar o es ayudar cuando hay vidas en peligro; y el segundo es decidir callar para protegerse uno/a mismo/a o bien informar a riesgo de nuestra integridad para proteger a los demás.
Lo que es evidente, respondiendo al primer dilema, es que la vida es prioridad absoluta: “La actividad profesional tiene sentido y dignidad cuando se concentra en ayudar a las personas”. Mientras que, en el segundo dilema, caben tres posibles decisiones: te vas, te callas o te esperas; cualquiera de ellas es válida y “ninguna está impuesta por una norma ética”.
Visto el interés que, en muchas ocasiones despierta la información profunda en el público, más bien escaso, la pregunta es ¿para qué investigar? Los medios no tienen tiempo ni recursos para hacerlo y el periodista necesita apoyo financiero.
Aquí los autores hacen dos preguntas que sí son inquietantes: ¿en qué medida dependemos del dinero? ¿Son los lectores quienes dictan la agenda de los medios? Qué responderías a ellas.
Esta es la respuesta que le dan: “El periodismo necesita ese apoyo financiero, pero no a costa de su libertad de información, ni de su identidad profesional. Agregada a esta hay otra conclusión: la financiación de un medio depende cada vez más de la calidad de sus contenidos; y es aquí donde se encuentra el tema de la participación de los lectores en la agenda”. ¿Estás de acuerdo?
Hace unas semanas, en Bloggy Mary, estuvimos viendo la relación del periodista con sus fuentes, donde también hablamos de ética, pero también ha de convivir con el público al que se dirige. Se trata de conocerlo, de respetarlo y de aprender de él, además de hacerse responsable de las consecuencias que puede tener la noticia que ha redactado.
Otro de los grandes conflictos a los que se enfrentan los profesionales es en el lugar de quién ponerse, a quién escuchar. Es la independencia de la que deben hacer gala… o deberían.
Cuando estamos ante una guerra, por ejemplo, lo lógico es ponerse siempre “a favor” (contrastando todo, claro) del más débil porque “la gente en el poder, en primer lugar, ama el poder; y dos: tiene más motivos para mentir porque creen que es necesario para mantenerse en el poder”.
Hasta aquí, todo claro, pero qué pasa cuándo el periodista ha de enfrentarse a su redactor jefe o al propio medio, que le veta una información. Estamos antes tres posibles posturas:
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El profesional dócil, que no inspirará respeto a nadie, a menos que sean como él, y que, como se entere el público, perderá la credibilidad que pueda tener, tanto él/ella como el medio en sí.
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Decidir mantener sus principios e integridad profesional, para “defender el derecho de los lectores a conocer la verdad”. En tal caso, “requiere el respaldo de un trabajo periodístico impecable y de alta calidad” en su ejercicio para poder hacer fuerza.
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Si el respeto y la credibilidad del medio ya están perdidas, a lo mejor la opción es proteger tu propia credibilidad y respetabilidad que, una vez perdidos, es difícil que se puedan recuperar.
Como dicen en el documento, “es tan necesaria la independencia para el periodista como la vista para un pintor o el pulso para un cirujano”.
Y luego nos encontramos con el Periodismo sensacionalista, que, en gran parte de las ocasiones (en el texto son más duros), falta a su “compromiso con la verdad y su responsabilidad con la sociedad”.
¿Cualquiera puede ser periodista? Es una pregunta que ya me/te he hecho aquí. La respuesta está enfocada a distinguir entre el mal llamado periodismo ciudadano y el que ejerce un profesional.
Y las diferencias son notorias, aunque se resumen en una: la verificación, el contrastar, el utilizar fuentes diversas, la conciencia, el seguimiento de la noticia y la contextualización son propias del periodista, y no del ciudadano. “Esta actividad supone una preparación académica severa y, sobre todo, es una manera de ser que la ética forja en las personas”.
No obstante, salvaguardar la independencia requiere de una nueva estructura financiera en los medios. Nos encontramos de nuevo ante un dilema: qué es más importante, el negocio, lo que supone alguna posibilidad de supervivencia en los tiempos que corren; o el Periodismo, con lo que peligra el futuro de aquellos.
Entre el público, existe la sospecha, fundada, desde mi punto de vista, de que la fuente de financiación afecta a las noticias que se dan y a cómo se dan. ¿La forma de corregirlo? En el texto se ponen algunos ejemplos pero la conclusión es que “la fuente más limpia de financiación, y que respeta la libertad y credibilidad de los medios, es la de los suscriptores”.
Una vez expuestos los dilemas, ¿es necesaria una nueva ética con la llegada de Internet? ¿Debe adaptarse a las nuevas tecnologías o son estas las que han de hacerlo?
De entrada, “el progreso de la ética va de la mano con la evolución de la técnica que plantea hechos nuevos, para los que se requerían actitudes nuevas. Y la ética es un asunto de actitudes”. Por lo tanto, hablamos de que han de mantenerse los principios tradicionales e incluirlos en los nuevos medios, e incluso intensificarlos en ellos.
Sea como sea, hemos de evitar la confusión entre información y publicidad, o entre aquella y opinión. Los autores son bastante reacios a las noticias patrocinadas y al “periodismo de marca”. Desde el punto de vista ético, es la postura más lógica: “Si la información es un bien social y no una mercancía, tanto los empresarios como los gobiernos han de saber que ese es un espacio sagrado e inviolable”.
Es tu turno. Como periodista o como público, me encantará conocer tu opinión. Gracias por dármela aquí y en las redes, y por compartir el artículo si te ha gustado
Hola, María. Muchas gracias por tu publicación y por hacernos pensar…
Esto es lo que escribí hace relativamente poco sobre Educación y posverdad https://dametresminutos.wordpress.com/2017/12/03/educacion-y-posverdad/
Espero que sirva para enriquecer el análisis.
Un saludo cordial,
José
Muy interesante, José. Gracias por tu aportación que, sin duda, completa lo que he escrito. ¡Feliz fin de semana!
Muchas gracias a ti, María. Un placer haberte encontrado. Buen fin de semana!
Muy buen post, María. Además de la ética del periodista y de los medios creo que es esencial trabajar en la educación la alfabetización mediática. Hay iniciativas muy interesantes de esto en Francia, por ejemplo. Mañana te lo comento por twitter.
Gracias por el post!
Por supuesto, la educación es fundamental, pero no solo en la carrera de Periodismo, sino también en los centros educativos, para que los menores empiecen a distinguir entre el «buen» profesional y la información bien elaborada, y la noticia hecha a toda prisa y sin contrastar.
Gracias a ti por un comentario tan pertinente. Mañana hablamos. ¡¡Feliz noche, Miguel!!
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