Un año más, y van trece, la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) publicó un nuevo informe sobre la situación de la profesión en 2017 que, de nuevo, en general y con un leve matiz, vuelve a ser descorazonadora: más presiones (e incrementándose), pocas mujeres en puestos directivos teniendo en cuenta el porcentaje en las redacciones, salarios inferiores y decreciendo,… Salvo una ligera recuperación en los índices del paro, nada nuevo bajo el sol, en realidad.
Uno de los puntos que me han llamado la atención es que, por fin, se ha normalizado el hecho de que los profesionales del sector que trabajamos en Comunicación somos también periodistas. Es más, esta función se ha consolidado como una salida válida para nosotros. Ya no hay voces entre el público que disientan porque en el estudio se incluya la situación de los comunicadores, aduciendo que no son válidos porque no ejercen en medios. Parece que, ahí, vamos avanzando.
Me gustaría en este artículo de Bloggy Mary, exponer las conclusiones del informe pero, sobre todo, centrarme en lo que creo que puede pasar en este año, del que llevamos casi un mes, con la profesión de mis amores.
Estoy especialmente preocupada por las presiones que reciben los informadores y por las contestaciones que, al respecto, dan los comunicadores.
En un mundo donde las noticias falsas (fake news) campan a sus anchas y se necesita, más que nunca, un punto de vista clarificador, me encuentro con que cada vez se elaboran menos noticias propias, es decir, más a las procedentes de agencias y menos a la investigación que, como ya dije en otro artículo, ni está ni se la espera. Argumentaba Luis Palacios, con razón, que “el periodista se ha convertido en un mero recopilador de informaciones en vez de generar información original”.
Uno de los grandes problemas que siempre han sufrido los periodistas es que los poderes políticos (19%) y económicos (17%) intenten sesgar las informaciones, cuando no manipularlas directamente. Es algo que tenemos asumido, creo, desde la misma facultad o incluso desde antes. Pero que sea tu propio medio (55%) el que lo haga o tu antiguo colega (7%) que ahora trabaja en “el lado oscuro”, me resulta, cuanto menos, desconcertante y triste.
Ahora los profesionales se encuentran con que, ¡oh, colmo de los colmos!, en vez de tener el respaldo de periódico, agencia, radio o televisión para la que trabajan, ocurre justo lo contrario. Esta situación se agrava porque hay un creciente número de autónomos, sobre todo en los digitales (37%), que se ven imposibilitados para luchar contra dichas presiones por falta de apoyos, incluso de sus propios compañeros de redacción. Confirmaba Victoria Prego, en la presentación del informe, que hay un “creciente número de autónomos en situación de desamparo económico, laboral y legal”. Dicho queda.
Para empeorar las cosas, resulta que más de siete de cada diez directores de comunicación (dircom) considera que debe presionar a los periodistas para conseguir que redacten a favor de los intereses de sus clientes. ¡Menos mal que el 50% nunca lo ha hecho! ¿Y la otra mitad? El 27% considera que esta práctica no debería ejercerse nunca. Lo curioso es que solo el 0,8% admite haberlo hecho. Ummm, ¿vergüenza o verdad?
Por supuesto, nos escondemos tras una realidad: somos meros “transmisores” de presión; nosotros la recibimos y se la mandamos a los compañeros. Esto es, en vez de actuar como parapetos, buscando razonar con el cliente (sí, me he visto en varias tesituras similares), mandamos la tensión a los que están en medios.
Y todo ello para cambiar, el 50% de las veces y lo más grave, la orientación de una noticia, para modificar el titular (27%) o para incluir otra información (17%). Y lo más de lo más, el 60% se aplica la autocensura.
Me temo que la situación seguirá igual o incluso se agravará. Luis Palacios, director del informe de la APM, señalaba durante la presentación que se han vuelto a abrir negociaciones para la reducción de plantillas y de sueldos en algunas empresas editoras. Una mala noticia, sin duda, para un sector que ha salido de la crisis más que tocado.
Como es lógico, visto lo visto, la imagen que pensamos que tiene el público sobre la profesión es muy mala; ni siquiera conseguimos el aprobado, un 4,4 sobre 10. Lo bueno es que ha ido subiendo, décima a décima, desde 2015. Los porqué se repiten un año más: sensacionalismo y hacer de la información un espectáculo, la falta de rigor y de calidad de esta, y los intereses de los grupos.
Sin embargo, nuestra credibilidad (lo que piensa de verdad la gente sobre nosotros) sí aprueba, raspado pero lo consigue: un 5,5 sobre 10… aunque baja dos décimas respecto a 2016.
Esta situación es muy probable que empeore si no ponemos los medios a nuestro alcance para solucionarlo. Hacía referencia Luis Palacios a un estudio de Reuters que no pudo incluirse en el informe de la APM porque salió cuando ya estaba cerrado. En él los propios periodistas daban tres opciones para salvar estos problemas:
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Diferenciar con claridad la información que se hace con criterio periodístico de la que no.
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Separar mejor la opinión de la información.
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Crear medios más plurales.
Desde luego, las medidas son de cajón y creo que estamos intentando implementarlas desde que el mundo es mundo pero sin ningún éxito. Me quedo, eso sí, con la primera porque es más que probable que resolviéndola, las demás caigan por su propio peso.
El resto de problemas que asolan al Periodismo se repiten año tras año tras año y tras año sin ninguna respuesta. Al contrario, más bien se agravan: paro y precariedad (45,9%), mala retribución (16,1%), falta de independencia (14,7%), y falta de rigor y de neutralidad (13,4%).
Ante este panorama, qué nos vamos a encontrar para 2018: más de lo mismo.
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Seguirá subiendo el trabajo autónomo. Las circunstancias obligarán a ello, igual que lo han estado haciendo en la mayoría de los casos (71,7%), según se ha presentado en el informe. Sobre todo ocurrirá en el tramo intermedio de edad, entre los 30 y los 44 años, lo mismo que ahora (ha pasado del 30,1% de 2016 al 42% de 2017, una barbaridad).
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Habrá un mayor trasvase desde el trabajo en medios hasta el de comunicación, que ofrece, por el momento, muchas mejores condiciones.
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Las presiones continuarán y será más difícil resistirse a ellas, lo que condicionará la credibilidad de la profesión ante el público, ya bastante desgastada.
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No se solucionarán ninguno de los problemas y probablemente se agraven: remuneración en descenso, desigualdad hombre/mujer, paro,… Las recomendaciones de Reuters servirán para nada y menos.
Quiero terminar con cuatro datos positivos esperanzadores:
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Llevamos tres años consecutivos en que disminuye el desempleo, poco, pero algo es algo.
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Por primera vez, el número de mujeres en puestos directivos dentro del sector de la Comunicación supera al de los hombres. Vamos a hacer la ola que estamos en el 52%.
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El porcentaje de mujeres que trabajan en los nuevos perfiles profesionales que van apareciendo: gestor de contenidos digitales, desarrollo de proyectos de información, periodista de datos, gestor de comunidades digitales, publicidad netiva y contenido patrocinado, y analista de datos y tráfico.
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Estamos satisfechos con lo que hacemos en el 64,5% de los casos, cinco puntos más que el año pasado.
Te dejo con la presentación del Informe de la Profesión Periodística 2017. Cuando lo veas, me gustaría conocer cuáles son tus impresiones. Gracias por comentar y por compartir la entrada si te ha gustado.
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Artículos sobre los informes precedentes (de 2016 a 2013):
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